SOCIEDAD › EL LUNES, DIA DE LA INDEPENDENCIA DE EE.UU.
La NASA bombardea un cometa
Por Federico Kukso
No es ninguna novedad el oportunismo de los anuncios de la NASA o la manera rimbombante con la que esta agencia espacial programa sus misiones para cautivar a la opinión pública norteamericana (e internacional) y buscar así inflar su ya abultado presupuesto. Por eso no sorprende mucho que justo este lunes 4 de julio (Día de la Independencia estadounidense) vaya a tener lugar una de las más espectaculares arremetidas contra un cuerpo del sistema solar: a las 2.52 de la madrugada (hora argentina) una sonda no tripulada bombardeará un cometa para aprender un poco más sobre estas curiosas “bolas de nieve sucia” –desde la antigüedad percibidas como señales de mal agüero– e indagar sobre la formación del vecindario terrestre.
Como era de esperar, la agencia espacial norteamericana aprovechó la ocasión y bautizó a la misión –que costó 333 millones de dólares– con un nombre de película: “Deep Impact” (Impacto Profundo), en clara referencia al film de 1998 sobre el choque de un asteroide contra la Tierra. Si todo marcha como está previsto, la nave-robot –lanzada desde Cabo Cañaveral (Florida) el pasado 12 de enero– atacará sin piedad al cometa Tempel 1, de un kilómetro de largo por 4,6 de ancho y ubicado a unos 132 millones de kilómetros de nuestro planeta, lanzándole un proyectil de cobre de 370 kilos, que se estrellará contra el mazacote de roca y hielo a una velocidad de 37 mil kilómetros por hora.
Todo está orquestado para que la gran explosión que resulte de todo eso le gane en magnitud a los fuegos artificiales lanzados en ocasión de la celebración de los 229 años de independencia norteamericana. Así pues, a lo largo de este fin de semana la sonda –del tamaño de un auto compacto– comenzará a corregir su trayectoria para seguir furtivamente al cometa. Acto seguido, y casi un día antes del choque, liberará al proyectil –de un metro de largo por uno de diámetro y llamado “impactador”– a las 2.07 de este domingo y luego seguirá a su presa a corta distancia, transmitiendo las imágenes del evento, y a la espera de la gran explosión que ocurrirá recién a las 2.52 de la madrugada del lunes. Lo que pase después es un misterio para los científicos de la NASA, quienes no tienen muy en claro si el proyectil rebotará, abrirá un agujero del tamaño de un campo de fútbol o atravesará como una bala al cometa. Lo que sí saben es que si en efecto el misil hiere al cometa, la enorme fuerza del impacto –similar a la detonación de 4,5 toneladas de dinamita– hará que este cuerpo celeste aumente su brillo de 15 a 20 veces haciendo que su resplandor llegue a ser observado por los privilegiados astrónomos del Hemisferio Norte.
Lo más jugoso de este experimento espacial ocurrirá en los 13 minutos siguientes al ataque, tiempo en el que la sonda pasará junto al cometa e inspeccionará con sus microcámaras el hielo, polvo, gas y otros elementos prístinos eyectados del corazón del Tempel 1. En la recopilación de la información, a la nave la asistirán también más de 30 observatorios astronómicos de todo el mundo, para pegarle una mirada a una de estas especies de cápsula del tiempo que guardan en su interior los secretos de cómo lucía el vecindario terrestre hace 4600 millones de años.