Miércoles, 1 de marzo de 2006 | Hoy
SOCIEDAD › TEMEN QUE HAYA SIDO SECUESTRADA PARA PROSTITUIRLA
La hija de un funcionario del gobierno tucumano desapareció el domingo pasado, durante la mañana, después de salir con sus amigas el sábado por la noche a festejar haber rendido con éxito un examen universitario. Paulina Alejandra Lebbos, de 24 años, llevaba anoche dos días y medio sin dejar rastros. La última persona que pudo dar detalle de su presencia fue una de las amigas, con quien tomó un remise en la zona de los boliches de la capital tucumana. Paulina dejó a su amiga en su casa y se dirigió a la casa de su pareja, pero nunca llegó. Alberto Lebbos, subsecretario de Juventud provincial y padre de la chica, presentó la denuncia ese día por la noche. Buena parte de las sospechas se concentran sobre el remisero que transportó a las dos amigas. Aunque el vehículo no fue identificado, ya corrían versiones que alentaban la sombra de la mafia de la prostitución.
Paulina Alejandra Lebbos tiene 24 años y es estudiante de la carrera de Comunicación en la Universidad Nacional de Tucumán. El sábado pasado salió de festejo con sus amigas a las discos de la zona de El Abasto, en la misma capital provincial. A las 6.30 o 7 de la mañana dejaron los boliches. Paulina y una amiga, Virginia Mercado, decidieron tomar un remise. “Se pararon en la avenida Alem, entre San Lorenzo y Piedras –dijo Lebbos a Página/12– y vieron un remise que estaba dejando unos pasajeros en la esquina. Lo llamaron y subieron.”
De allí, se dirigieron hacia la calle La Rioja, al 400, donde descendió Virginia. Después, se supone que Paulina siguió camino hacia Estados Unidos al 1200, donde vive su novio, César Soto. Pero al mediodía, Soto llamó a los padres de Paulina para preguntar si la joven estaba allí. “Pensamos que entonces estaba en lo de la amiga”, dijo Lebbos. Llamaron entonces a Virginia. Era la tarde del domingo y la amiga recién se enteraba de que Paulina no aparecía.
Las horas empezaron a correr y con ellas la desesperación y los fantasmas. Por la noche, Alberto Lebbos se presentó en la Unidad Regional de la policía tucumana donde asentó una denuncia por búsqueda de paradero. “Declaró la amiga –señaló una fuente policial–. Describió el remise, un Fiat Duna bordó con vidrios semipolarizados. Dijo que tenía como logo una estrella rodeada por tres círculos. También indicó que el chofer del auto tenía entre 30 y 35 años, pero que no hubo nada que le hiciera sospechar problemas. Por eso mismo, no tomó la identificación de la patente del vehículo.”
La aparente semejanza con el caso de Marita Verón, desaparecida en la misma ciudad luego de tomar un remise en abril de 2002, removió las sombras de las redes de prostitución. Según denuncia su madre, Susana Trimarco, Marita fue secuestrada para ser prostituida. La mujer vincula a esa mafia con la empresa de remises que condujo a la joven.
En el caso de Paulina, por el momento, no hay pruebas de que así sea. “También puede ser que el remisero trabaje en negro y tenga miedo de que le secuestren el vehículo y por eso no venga a declarar”, dijo un funcionario policial. “Mi hija nunca va a ningún lado sin llamarnos –dijo Lebbos–. Tiene un celular que ahora da como apagado.” Paulina tiene 1,65 de altura, es de tez blanca, tiene el pelo largo, negro y con claritos.
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