Miércoles, 1 de marzo de 2006 | Hoy
DEPORTES › OPINION
Por Diego Bonadeo
Uno no recuerda puntualmente lo que los especialistas en estadísticas –que no comentaristas del juego– denominan habitualmente “la síntesis del partido”. Uno sí recuerda que fue en la cancha de Racing, una tarde de varias décadas atrás, en 1975, cuando el equipo local, cuyo entrenador era Osvaldo Zubeldía, le ganaba 3-0 a Boca. Sin embargo, el resultado final favoreció a Boca 4-3. Fue la tarde de Hugo Paulino Sánchez, que marcó tres goles de aquella levantada.
La reflexión de Zubeldía terminado el partido sonó más a tirar pícaramente la pelota afuera que a cualquier otra cosa: “Yo siempre dije que si mi equipo iba ganando 2-0, de ninguna manera podía perder 3-2. Pero ir ganando 3-0 es otra cosa...”. Casi textual. El interlocutor era quien esto escribe. Y como le gusta a Bilardo, aunque uno no lo recuerde bien, había testigos.
Ese recuerdo “se le representó” a uno, como diría la enorme Niní Marshall a través de Catita, en el reciente 4-3 de este otro equipo con historia cercana a la de Zubeldía, tantos años después, el de Estudiantes de La Plata, que tras perder 0-3 en el primer tiempo con el Sporting Cristal, terminó ganando 4-3 en la cancha de Quilmes.
La “heroicidad” en los títulos de medios gráficos y audiovisuales de la semana pasada fue tanto el lugar común como el común denominador. Se sabe que, por lo menos para la vida, la “heroicidad” pasa por otro lado, independientemente de que el gran mérito de Estudiantes haya pasado quizá por otro adagio tan entrañable –otra vez para la vida– de quienes, en la Argentina y en el mundo, resisten a pesar de todo: “No darnos por vencidos ni aún vencidos”.
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