A Juan Juliá no le caían bien las risitas socarronas de los recepcionistas de los hoteles que había visitado, pero parecía inevitable que las escuchara cuando junto a su compañero pedía una habitación con cama matrimonial. La incomodidad de esas situaciones hizo que hace tres años creara Axel, el primer hotel cinco estrellas para gays, en Barcelona.

El crecimiento del turismo dirigido a esa franja de público en Buenos Aires la transformó en la ciudad ideal para un emprendimiento de esa clase. El Axel porteño comenzará a funcionar en San Telmo el año próximo y se define como un hotel heterofriendly: dirigido a gays, pero que no discriminará a los heterosexuales ni a las familias.

Lejos de la idea de constituir un gueto, el proyecto busca constituir un espacio abierto. “Como es un hotel dirigido al público gay, el ambiente que se respira, la atmósfera, es de mucha tolerancia. Nadie se extraña de que haya una pareja, chico-chico o chica-chica o, incluso, chico-chica, en actitud cariñosa. El huésped puede estar más relajado”, comentó a Página/12 Juliá, presidente del español Axel Group.

Por lo demás, un hotel es un hotel y Juliá lo sabe. “No tiene ninguna instalación particular. No habrá drag queens en recepción, allí habrá recepcionistas, así como camareros en el bar y cocineros en la cocina. La diferencia es que los homosexuales se sentirán cómodos y bien, y eso es lo que nos hace especiales”, consideró.

La idea es radicalizar el concepto de gayfriendly –aplicado a aquellos lugares que son amigables con los gays–, y pasar a lo heterofriendly: un sitio pensado para gays y donde los heterosexuales también puedan disfrutar la estadía. “Es necesario porque se garantiza que las personas gays van a ser bien tratadas y no van a ser discriminadas”, opinó Marcelo Suntheim, secretario de la CHA.

Bajo esa premisa, el Axel Buenos Aires estará ubicado en Venezuela 649, entre Chacabuco y Perú, San Telmo, un barrio al que no hay turista que escape y en el que los comercios con “aire homosexual”, interesados en ese mercado, se han multiplicado en el último tiempo. Restaurantes, tanguerías, discotecas para gays proliferaron al amparo del respeto y el turismo extranjero crecientes.

Las cinco estrellas del hotel abarcarán a las 48 habitaciones (dos en suite), el restaurante, un centro de negocios, un spa, un jardín y dos piscinas, una de las cuales estará en el quinto y último piso y tendrá el fondo vidriado para que desde la planta baja los pasajeros que estén en el bar puedan observar a quienes se estén bañando con sólo levantar la mirada. “En la construcción, el énfasis estará puesto en el diseño, con una puesta minimalista. Por otra parte, los espacios compartidos dentro del edificio serán más amplios, para auspiciar el intercambio entre los pasajeros dentro de la zona del bar y del chill out, y el restaurante tendrá un menú especial basado en la cocina porteña”, explicó a este diario Hernán Lombardi, ex secretario de Turismo de la Nación y director ejecutivo de la consultora Alfa Crux, responsable de la instalación y construcción del hotel.

“Será una réplica del de Barcelona, la calidad y los servicios serán los mismos”, aseguró Juliá. Para eso invertirán unos 3,5 millones de dólares y comenzarán a recuperarlos a partir de la apertura, estimada para abril de 2007, cobrando unos 150 dólares la noche por una habitación doble.

Ayer, la presentación del proyecto fue en el terreno donde se construirá. Dos modelos caracterizados como obreros de la construcción enterraron allí una caja con símbolos que buscan sintetizar el hotel: la bandera española, la argentina, una multicolor que identifica a los gays y un disco de Madonna.

A Juliá, la idea de construir hoteles para gays le surgió a partir de la experiencia personal. “He viajado con mi pareja y al pedir una habitación para dos con cama matrimonial he recibido miradas reprobadoras o sonrisitas que te hacen pasar un mal rato –contó–. Y elegí Buenos Aires porque la visité hace dos años y me enamoró.”