En San Nicolás, el caso del preso Ricardo De Angelis viene a simbolizar algunas costumbres bizarras del Servicio Penitenciario Bonaerense. Como informó Página/12, De Angelis recibió una tremenda pateadura de parte de guardias penitenciarios, que obligó a su intervención quirúrgica en La Plata. El ministro de Justicia bonaerense, Eduardo Di Rocco, ordenó pasar a disponibilidad a dos oficiales menores. De Angelis y otros dos presos, cuyos cuerpos también quedaron involucrados con los borceguíes penitenciarios, declararon que eran diez. El defensor general nicoleño Gabriel Gannon recibió varias llamadas de presos que completaban parte de la lista de pateadores, y presentó la denuncia para que se investigara. Entre ellos uno sería un hijo del director del penal.

De Angelis supo de la preocupación por su salud de parte del director del penal, Alfredo Felipe Lione. Después de desangrarse en hemorragias internas durante un día, fue internado en el hospital local San Felipe. Allí, Lione envió como custodias a parte de los guardias que participaron en la pateadura, según reveló el rostro demudado y pálido del preso, y los susurros que posteriormente escuchó su madre.

El propio Di Rocco pasó a disponibilidad a dos penitenciarios: Lucas Burucua, jefe de turnos; y Mario Rible, inspector de pabellón. La profunda investigación interna no llegó a detectar los nombres de los otros ocho, pese a que uno de ellos fue denunciado como un tal “Cruz” por los tres presos golpeados. La semana pasada, Gannon aportó al fiscal general Héctor Tanús tres nombres más para investigar a partir de llamados de presos cuyos nombres no fueron proporcionados para evitar transformarlos en otros De Angelis. Uno de esos nombres es el del jefe de la U3, Aldo Roselli; el otro es el de un tal Clark; y el tercero, el de uno de los hijos de Alfredo Lione.