SOCIEDAD
Cadenas de mensajes falsos saturan las cuentas de correo electrónico
Pedidos de órganos para trasplante o avisos de nuevos virus resultaron ser mensajes falsos que, según los especialistas, sirven para actualizar directorios con fines publicitarios.
Por Alejandra Dandan
En los últimos meses, los usuarios de Internet tuvieron una carga extra de angustia para sumarle a la crisis: corrieron a reenviar varias cadenas de e-mail de bebés en agonía necesitados de trasplantes urgentes, conocieron las penurias económicas de una nena internada en el Garrahan o pensaron simplemente que serían blancos fatales de un nuevo virus enloquecido o del cierre caprichoso de su servidor de correos. Ninguna de estas amenazas fueron ciertas. En el 99 por ciento de los casos las cadenas de e-mail sólo les sirven a quienes se dedican a la publicidad y al marketing, aseguran expertos del sector. El mecanismo permite engrosar listados de direcciones electrónicas mientras se congestionan las cuentas personales, y también las públicas: el Incucai necesitó sacar un comunicado oficial para cortar la semana pasada una ola de llamados por un supuesto trasplante para una beba que desde hace un año está muerta. El Instituto Nacional de Ablaciones e Implantes de Organos (Incucai) sacó el comunicado el jueves para intentar frenar una larga sucesión de equívocos que, esta vez, los tomó como blanco: “Debido a la gran cantidad de consultas por una cadena que circula por Internet sobre un pedido solidario de un corazón para una nena, el Incucai informa que desconoce la identidad de quien reactivó la cadena”.
La solicitud había comenzado el año pasado con el caso real de una nena internada en estado crítico. En esa ocasión fueron los padres de Jorgelina Aguirre quienes, según el Incucai, lanzaron la cadena solidaria pidiendo ayuda para encontrar un donante con el fin de reemplazar el corazón de la beba. El caso había quedado entre los considerados en emergencia nacional mientras se hacía la búsqueda. En aquel momento los padres de Jorgelina no consiguieron el donante y la nena murió el 4 de noviembre del 2001. Ahora a alguien se le ocurrió relanzar la cadena como si ese corazón aún sirviera.
“Te lo explico fácil –aclara ahora el dueño de un portal de Internet–: estas cosas a los únicos que le sirven son a los que hacen publicidad, a mí me ofrecen todo el tiempo cd roms repletos con direcciones de todo el mundo a 50 pesos.” Con esos datos, sigue contando Andrés Talgham de Somosgordos.com, las empresas actualizan sus bases de datos para difundir los sitios entre potenciales clientes.
Mientras transitan de correo en correo, los mensajes van acumulando un caudal de un valor incalculado para la gente dedicada al marketing o difusión de empresas o servicios. “No sólo permite juntar direcciones -dice Talgham–, con ese sistema se asegura una cuestión aún más difícil de lograr: que las direcciones realmente existan.” Las bases de datos vendidas en el mercado contienen sólo un 70 por ciento de información real, el resto está desactualizado. Y una empresa de primera línea necesita contar con unas cuatro millones de direcciones electrónicas cuando piensa en lanzar un producto: de ese total y si tiene suerte sólo habrá un 10 por ciento de los receptores de publicidad con ganas, tal vez, de someterse al envío, abrir el mensaje y leerlo.
“De esta forma las empresas logran llegar a miles de usuarios, son capaces de segmentarlos, diferenciar intereses y todo a muy bajo costo”, dice ahora Hugo Scolnik, experto en criptografía y seguridad informática. Los usuarios de Hotmail, por ejemplo, sirven de modelo para entender cómo pueden segmentarse mercados a partir de la difusión de cadenas con mensajes falsos. Cada tanto, verán aparecer en sus casillas de correos algunos mensajes de amigos, parientes o desconocidos advirtiéndoles sobre un cierre inminente de su servidor de correos. Como reconoció oficialmente Microsoft, también esos mensajes son falsos, pero en el camino, quienes lo promovieron se habrán nutrido de una larga lista de usuarios exclusivos de ese correo.
Para equilibrar un poco la contienda, Scolnik reparte las culpas: “Aunque la mayor parte de estas cadenas se hace para acumular bases de datos, es cierto que también existen quienes las generan sólo por afán demolestar o para beneficiarse difundiendo un virus”. Existen quienes además consideran a las cadenas de correo como una de las estrategias más fuertes de las empresas proveedoras de servicios. Esa corriente sostiene una hipótesis que enfrenta a los servidores grandes con los más reducidos: “Los pequeños proveedores de servicios –dice el especialista– calculan sus costos y ofrecen tarifas en base al promedio de horas usadas por cada cliente. Si esos usuarios navegan más horas porque todos los días encuentran sus casillas saturadas de mensajes, terminan superando el promedio y el costo calculado originalmente ya no cierra”.
Entre los últimos casos de cadenas de mensajes, apareció un pedido de un grupo de supuestos estudiantes de la Universidad de Lomas de Zamora. El mensaje es una larga lista de preguntas dirigidas a argentinos emigrados. Uno de los foros creados por inmigrantes argentinos en España recibió la invitación para responderla. Algunos lo hicieron, otros siguieron los pasos de Sebastián: “No respondí –cuenta en su mensaje– porque temo estar siendo engañado y en vez de estar colaborando con una alumna de la facultad estoy engrosando un mailing que tiene otros fines”. Antes de mandar sus “cordiales saludos” de despedida, Sebastián cuenta una experiencia que le sirvió de lección. Le sucedió con un supuesto pedido de auxilio para una beba internada en el Hospital Garrahan: “Un amigo llamó, existía la doctora, existía la unidad de investigación, pero no la niña. Todo era un invento”.