DEPORTES › UNA CONVERSACION SIN TECHO NI RED CON JAVIER CASTRILLI

“El arbitraje sigue en la época de las cavernas”

El Sheriff retirado pasó revista a todos los temas del referato que quedaron flotando tras un Mundial saturado de suspicacias. ¿Ineficiencia o deshonestidad? ¿Cómo estuvo Sánchez? ¿Habrá que recurrir a la tecnología? Convertido en un desocupado más tras pasar por la política y la función pública, a los 45 años, un Javier Castrilli incisivo pero mesurado habló de todo.

 Por Gustavo Veiga

Pasaron casi cuatro años, un par de proyectos frustrados y no pocas canas. El personaje cambió hace tiempo el silbato por los cigarrillos negros. Fuma, inhala profundo y desgrana cada pensamiento entre volutas de humo que se dibujan sobre la mesa del bar. Javier Castrilli, a su edad (45), todavía sería árbitro internacional si no hubiera abandonado la actividad. Pero cuando en 1998 denunció ante la Justicia a las autoridades de la AFA, desde Julio Grondona hasta Jorge Romo, sabía que nada volvería a ser igual. Acababa de dirigir en el Mundial de Francia y cerraba, así, una trayectoria que se prolongaría en el reconocimiento de los protagonistas, incluso hasta dos años después. A fines del 2000, una encuesta entre futbolistas arrojó que, sin él, ya no quedaban referís confiables.
Si se transportaran los datos de esa muestra hasta el presente, convendríamos que, tras los arbitrajes perpetrados durante el Mundial de Corea y Japón, hoy son tan escasos como entonces los jueces de primera línea que podrían enorgullecerse de un rendimiento decoroso. Ese hombre al que en la cancha apodaban “El Sheriff” por su porte marcial y también por su encomiado sentido de justicia, ahora analiza, desde afuera del campo de juego, ese agujero negro que dejó el torneo organizado por la FIFA.
–¿Cuáles son sus conclusiones sobre el desempeño de los referís en el Mundial?
–No debemos caer en la generalidad de caratular que todo el arbitraje fue un desastre. Hubo actuaciones muy malas, es cierto, pero otras que, aunque pocas, me gustaron. Por ejemplo, las de Anders Frick, de Suecia; y Urs Meier, de Suiza, a quien considero en este momento como el mejor árbitro del mundo. Mi opinión está alejada del discurso dominante que indica a Collina como el más capaz.
–Comenzó por los que, para usted, son los más competentes. Pero abundaron deplorables rendimientos.
–Hubo quienes, lamentablemente, fracasaron. Cuando uno se detiene en esto, debe encontrar una explicación a lo qué pasa. Y creo que es consecuencia directa de la enorme crisis que atraviesa el arbitraje a escala mundial. Ya no se trata del nivel doméstico. Es evidente que las estructuras destinadas por la FIFA a la elección de los jueces no están a la altura de las necesidades. A la altura de quienes quieren seguridadjurídica dentro del juego, transparencia, que el arbitraje permanezca lejos de las sospechas y suspicacias. Pero los lamentables desempeños en el Mundial no hicieron más que reforzar la idea de que existe un vínculo muy estrecho entre el ámbito arbitral y las influencias de orden político.
–¿Hacia adónde apunta con esta idea?
–Entre otras cosas, a la designación de quienes designan. Que no responden al perfil que debería tener un docente o de alguien capacitado para instruir a los árbitros. No coincido con los que piensan en explícitas recomendaciones para beneficiar o perjudicar a una selección. Yo no considero que sea así.
¿Incapacidad o corrupción?
–Entonces, ¿usted desecha las sospechas de arbitrajes arreglados?
–Considero que hay causas contundentes que ni siquiera necesitan de esa instancia. La simple designación de un árbitro que no está capacitado para dirigir un partido de cuartos de final, como sucedió cuando jugaron el equipo local, Corea, y una potencia como España... Me refiero al asistente de Trinidad y Tobago, que tiene poca experiencia y debutó en julio del ‘99 en un encuentro entre Cuba y Haití. En dos años y medio lo llevaron hasta esa fase del Mundial, por lo que es muy posible que no haya estado en condiciones de soportar las presiones que tienen ese tipo de partidos definitorios.
–Pero también hubo equivocaciones groseras de parte de jueces europeos, acostumbrados a dirigir en las principales ligas del mundo.
–Que los árbitros provengan de los países con mayor peso político en la FIFA no es una carta de garantía para nadie. Estoy hablando desde la buena fe, desde la ingenuidad (sonríe). El criterio de selección falló y, por ese motivo, deben dar un paso al costado los que designaron y tiene que cambiar todo el sistema.
–Se lo nota más cauto que cuando denunció a las autoridades de la AFA. ¿Es porque ahora está alejado de la actividad y se torna más difícil aportar pruebas?
–¿Le parece que soy más cauteloso? Utilizo la sutileza cuando no tengo los elementos. En aquel momento, cuando disponía de las pruebas, las expuse con la crudeza que requería la gravedad del hecho. En este caso, el del Mundial, uno hace suposiciones. Cuando está en juego la honestidad de las personas, trato de no ser injusto. Porque intento defender al ser humano que es el árbitro. Sería muy triste que comenzara por la certidumbre de la deshonestidad de un individuo. Esto responde a otros factores. Al grado de desarrollo del negocio y de las innumerables instancias políticas que se viven en él. No nos olvidemos que Blatter viene de pasar por varias dificultades. Estas disputas intestinas tienen sus consecuencias en la arena arbitral. Es un espacio donde se ven traducidos los tironeos por designaciones. Los criterios de selección de estos señores van por la vereda opuesta de lo que necesita el arbitraje mundial.
–Flaco favor le están haciendo al fútbol...
–Mire, los “sacapartidos”, que tratan de sacudirse la responsabilidad en determinados pasajes de un partido, o aquellos que sancionan las infracciones que no existen o que no castigan las que ocurrieron o que tienen dificultades para sancionar penales, todos ellos, ineludiblemente terminan perjudicando intereses deportivos y económicos. Le doy un caso: más allá de que Argentina y Suecia estaba por terminar, cuando ejecutó el penal Ortega, la invasión de área de Crespo fue tan grosera, que casi llegó al balón antes que su compañero lo pateara. Esa es una demostración de que el árbitro no estaba comprado ni sobornado sino que buscaba evitarse problemas.
Arbitros y tecnología
–¿Se retrocedió mucho desde que abandonó la actividad?
–Sí, se ha retrocedido en la percepción de los errores. Porque el arbitraje está desprotegido, necesita un apuntalamiento. Y no sólo en la capacitación y en la apoyatura psicológica, que no la tiene. Además requiere que en el propio terreno de los hechos se vea acompañado del aporte tecnológico. Es un camino irreversible. A la larga o a la corta se caerá en eso. Será imprescindible para garantizar la transparencia. Es injusto para el árbitro que todo el mundo pueda acceder a la tecnología y que él siga con las limitaciones humanas a cuestas.
–O sea, ¿usted sugiere que mediante una cámara se verifique una jugada dudosa, como ya sucede en el rugby cuando el juez no puede determinar si un jugador marcó un try?
–Lógicamente que deberá ser así. Que haya un habitáculo al que ingrese una persona idónea, con los conocimientos específicos, del mismo o mayor rango y jerarquía que el árbitro central y que, desde ese lugar, él tenga la última decisión una vez que compruebe la jugada con una cámara.
–Eso hoy sería imposible en el fútbol argentino, sobre todo cuando la AFA ha decidido recortar gastos como la contratación del cuarto árbitro o el pago a los veedores de partidos.
–Si estamos en la era de la comunicación, del telebeam... En el caso de la FIFA, se mueven miles de millones de dólares. Por eso no se concibe que se sigan exponiendo los intereses deportivos y económicos a la simple decisión de un humano. Los costos serían insignificantes con los montos que se manejan en el negocio del fútbol. Deben entender eso los capitales que convergen en este deporte. Ellos tienen que estar a su servicio y no al revés.
–¿Usted imagina un clásico entre River y Boca donde se anule un gol después de consultar a un veedor con una cámara?
–Totalmente, porque se justifica. ¿O qué ocasiona la injusticia? La injusticia genera violencia. No podemos seguir, y menos en nuestras sociedades, viendo cómo se violan los derechos en forma impune. Lo primero que criticarían es que el partido se detendría a cada momento. Pero yo digo lo siguiente: habría que darle a cada capitán la posibilidad de acceder a la cámara en una o dos situaciones límite por tiempo. A mí me tocó vivir una situación así en un Vélez-Boca, cuando Navarro Montoya sacó la pelota sobre la línea y dimos por válido un gol que no fue. Usted no sabe lo que me dolió. El arbitraje sigue como hace 40 años, en la época de las cavernas. En el Mundial se cometieron horrores. Eso demuestra que la actividad está en crisis.
Algo personal
–En ese contexto, ¿qué le pareció el desempeño de Angel Sánchez, el representante argentino en Corea-Japón?
–En el aspecto técnico, bien, cumplió. Lo que no me gustó fue el manejo que tuvo en las situaciones límite. Recorrió un camino totalmente equivocado. Fue desbordado por los jugadores, a punto tal que aceptó un manoseo cuando un jugador le agarró el rostro con las manos. A ese nivel, es inaceptable. Sánchez debió inspirar respeto que, a juzgar por los resultados, los jugadores de Portugal lejos estuvieron de percibirlo.
–Se desprende de sus palabras que no fue justa su designación para ir al Mundial.
–Si a cualquiera de los hinchas le hubiesen preguntado democráticamente cuál debería haber sido el árbitro argentino, nunca habría aparecido el nombre de Sánchez en los primeros lugares. Por eso, la designación se alejó de la voluntad popular. Una vez más. Elizondo había hecho más méritos.
–Da la sensación que de Sánchez lo separa un abismo. El, antes de ir al Mundial, comentó que ni Humberto Dellacasa padre ni usted habían hecho escuela en el arbitraje. ¿Qué piensa de ese concepto?
–A mí, en lo personal, no me afecta en lo más mínimo. Naturalmente es la visión de una persona que siempre ha sido funcional al sistemaimperante. Que siempre adhirió al discurso dominante de la AFA. No me sorprenden sus declaraciones. Al contrario, me sentiría mal si dijera lo contrario. Esta problemática la debemos evaluar desde la óptica del hincha damnificado. Aquellos simpatizantes con poco poder político dentro de la AFA, los que pertenecen a los denominados clubes chicos o del interior, cuando ven violados sus derechos permanentemente, ellos seguro que opinan lo contrario a Sánchez.
–O sea que, para usted, ¿vamos mal y seguimos peor?
–Desde las divisiones juveniles, desde las categorías menores de los árbitros, existe un plan de concientización y persecución sobre aquellos árbitros que no operan con las normas que ellos imponen. Lo hacen a través de los veedores, de sus supervisiones... Todo aquel que no actúa como ellos recomiendan, no tiene futuro, carece de posibilidades. En la AFA se estableció un patrón de infracciones que no permite superar el cobro de determinada cantidad de faltas por tiempo. Una barbaridad. Porque al árbitro lo forman para tratar de que no sancione. Así terminan los partidos.
–¿Qué fue lo que más lo afectó durante su trayectoria como árbitro?
–Someterme otra vez a la autoridad de una persona que yo había denunciado. Ese fue el disparador de mi renuncia.

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