Viernes, 15 de diciembre de 2006 | Hoy
Hubo eliminatorias, semifinales y un equipo consagrado campeón. Hombres que viven en la calle jugaron un torneo en el Parque Roca.
En el parador donde todas las noches le dan comida caliente y una cama, a Alejandro le dicen El Tano. Pelo entrecano, barba apenas crecida y del mismo color. Hace dos años, cuando la empresa de recolección de basura en la que trabajaba hizo una reducción de personal, se quedó en la calle. Fue un retorno, porque ya había pasado antes por esta situación. Cuando escuchó que estaban juntando gente del albergue para jugar un torneo de fútbol, no dudó ni un segundo. Así se convirtió en una de las cerca de cincuenta personas sin techo que participaron ayer en el primer Torneo Interurbano de Fútbol Cinco, que se realizó en el Parque Roca.
“Cuando uno está desocupado y en esta situación, viene bien salir de la rutina diaria de la calle. Esta actividad está buena por eso. En nuestra posición es muy fácil caerte y esto te permite distenderte. Nosotros no nos tenemos que caer, porque si lo hacemos, es fácil que terminemos en el alcohol o la droga”, cuenta, todavía vestido con la musculosa color verde que le tocó a su equipo, el Bepo Ghezzi “A”, de ese parador de Parque Patricios.
El y sus compañeros quedaron eliminados del campeonato en la fase de grupos, y ahora observan las semifinales. En una de ellas está el otro conjunto que trajo el Bepo. Además de estos dos equipos de Parque Patricios, el certamen tuvo representación de los paradores Retiro, Félix Lora, Monteagudo y Costanera. Además, jugaron un conjunto que viajó desde la ciudad de Córdoba y otro desde Rosario, las dos grandes urbes del país donde el flagelo de gente en situación de calle tiene gran dimensión.
La actividad fue organizada por el Ministerio de Derechos Humanos y la Subsecretaría de Deportes del Gobierno de la Ciudad, que la difundieron a través de afiches pegados en los paradores porteños, en las que se invitaba a participar. Con los equipos ya conformados, se les entregó la indumentaria para que pudieran distinguirse en la cancha.
La titular de Derechos Humanos porteña, Gabriela Cerruti, quien dio el puntapié inicial de la final, señaló que “el objetivo de este emprendimiento pasa por hacer que la gente que está en esta situación se entretenga, compita, vuelva a sentir el cuerpo, todas actividades fundamentales para cualquier ser humano, y como resultado esté más cerca de la reinserción”. Además, resaltó la posibilidad de que “compartan una jornada con personas que pasan por la misma condición”.
Ante este tipo de eventos, se suele decir que lo de menos son los resultados. Los protagonistas no parecían pensar lo mismo ayer. Tras una muy peleada final con Retiro, en la que ambos equipos mostraron gran coordinación y articularon buenas jugadas colectivas, Bepo Ghezzi “B” se quedó con el torneo, con un apretado 2-1.
Tanto los muchachos de Bepo como los de Retiro tuvieron durante el partido definitorio importantes hinchadas. Acorde al contexto, vivaron y gritaron no desde tribunas o gradas, sino pegadas a la línea lateral de la cancha. Mientras Retiro trajo banda propia, integrada por mujeres y amigos, a Bepo “B” lo alentaron ruidosamente los jugadores de Bepo “A”, que –tras sufrir la eliminación– pusieron todo su entusiasmo para hacerle el aguante a sus compañeros de barrio.
“Está muy buena la idea de un campeonato entre paradores. Además de que el nivel futbolístico fue importante y hasta tuvimos referíes, es grosso porque nos sirvió para distendernos y juntarnos con gente que para en otros hogares. Compartimos experiencias, nos encontramos con muchachos del ambiente que hace rato no veíamos”, agradeció Walter, del conjunto campeón, mientras esperaba con su amigo Juan al lado la entrega de medallas.
En Córdoba y Rosario, los dos distritos no porteños que estuvieron representados, no costó nada conseguir a los jugadores. Además de fútbol, el menú tentaba con viajes a Buenos Aires y día de campo. Adrián, de la provincia mediterránea, graficó la experiencia: “Son las minivacaciones que no íbamos a tener. Algunos de los chicos y yo conocimos la Capital gracias a esto”.
La actividad duró desde las 10 hasta las 19, con asado y números musicales de tango y folklore incluidos. La camaradería entre los participantes se notaba en cada gesto, y la alegría en cada cara. A tal punto que Luis, uno de los jugadores, rompió con el protocolo durante la entrega de premios para agradecerle “al público y a los profes que trabajan con nosotros en los paradores”. “Gracias por el día que nos dieron, y que se repita”, cerró, emocionado.
Informe: Eugenio Martínez Ruhl.
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