SOCIEDAD › UNA BANDA DE LADRONES TRAJEADOS SAQUEO UN EDIFICIO

“Esto es Armani, tocá la tela”

“Esto es Armani, tocá la tela.” Los ladrones eran entre seis y ocho. Todos vestían con elegancia. Por eso, uno de los rehenes, le había dicho al del traje Armani: “¡Qué bien vestidos que están!” Además de la ropa cara, llevaban sombreros y eran muy educados. Trataron bien a sus víctimas. El audaz golpe se produjo, desde la medianoche del jueves, en el edificio Safico, de Corrientes 456, uno de los más tradicionales del centro porteño. La mole de cemento está a veinte metros de la Comisaría del Turista y en su interior funcionan decenas de oficinas. Los ladrones se llevaron una elevada suma de dinero –imposible determinar el monto– guardado en las cajas fuertes, además de encerrar a cinco trabajadores de limpieza, un oficinista y un periodista de la BBC de Londres. El jefe del grupo se hacía llamar “el comisario” y sus secuaces evitaron robar dinero o efectos personales a los empleados. Sólo robaron a las empresas.

Se presume que, para dar el golpe, hubo un trabajo de inteligencia de varios meses. Mientras se hacía el operativo Safico en el más absoluto silencio, a menos de quince cuadras 300 policías pasaron la noche en vela esperando la rendición de dos hombres que tenían en su poder a 11 rehenes (ver nota aparte). En el Safico funciona la corresponsalía de la BBC de Londres y tiene sus oficinas el economista Marcelo Bragagnolo, padre de Matías, el chico que murió el año pasado tras una pelea con un grupo de adolescentes, en el barrio porteño de Palermo Chico.

El asalto en serie comenzó con una avanzada de tres hombres, vestidos con trajes oscuros (uno de ellos llevaba el Armani) y con sombreros, para evitar que las cámaras de seguridad pudieran tomar sus rostros. Entraron caminando por la cochera del edificio, cuya entrada está a unos 15 metros de la puerta principal. Primero sorprendieron al empleado de seguridad de la empresa SIE, que estaba en el hall central, donde fue amenazado con armas de fuego. Le sacaron el control remoto del portón del garaje y luego de tapar las cámaras de seguridad, le abrieron la puerta a sus cómplices, que llegaron en un automóvil.

Una vez en la mesa de recepción, uno de los ladrones le quitó la ropa al empleado de seguridad, se vistió con ellas y simuló ser el custodio del inmueble. Poco después llegó un periodista, que fue sorprendido por el delincuente disfrazado de guardia. Fueron cayendo, de uno en uno, los demás. “Tranquilos, no les va a pasar nada, sólo hacemos nuestro trabajo”, aclaró “el comisario”. Los hombres cortaron algunas líneas telefónicas y encerraron a las ocho víctimas en una oficina de la recepción, donde los ataron de pies y manos. Recorrieron los pisos 4, 6, 9 y 17, donde tienen sus oficinas varios agentes de Bolsa. Con sopletes abrieron las cajas fuertes y se llevaron todo lo que había. Escaparon con el botín, a las cuatro de la mañana.

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