Jueves, 25 de octubre de 2007 | Hoy
SOCIEDAD › PESE A LA AYUDA FEDERAL, AVANZA EL FUEGO EN CALIFORNIA
Quinientos sesenta mil evacuados, diecinueve focos de incendio, entre uno y tres muertos más. Bush firmó la ayuda federal y corrió a hacerse presente en la zona de desastre. Historias de argentinos en el frente.
Por Horacio Cecchi
El voraz incendio californiano –en realidad, son 19 focos, extendidos en más de 170 mil hectáreas– sigue arrasando miles de viviendas, igualando clases sociales hacia abajo, achicharrando bosques, devorando viviendas y cegando vidas. Según el gobernador Arnold “Terminator” Schwarzenegger, ya son tres los muertos y 40 los heridos, aunque datos extraoficiales elevaba las cifras a 5 muertos y 70 heridos. Sólo en el condado de San Diego, el más afectado por las devastadoras llamas, 560 mil personas (50 mil más que el martes) fueron evacuadas por obligación de sus casas. Las empresas Sony y Kyocera debieron interrumpir sus producciones en las plantas instaladas en la zona. Y la base de marines de Camp Pendleton, la mayor de sus bases en el mundo, comenzó a evacuar equipos y hombres, porque 2500 hectáreas de sus terrenos fueron arrasados por las fucking llamas rojas. Pero no todo se hace humo en California. G. W. Bush tuvo una reacción de solidaridad inmediata: declaró la emergencia, movilizó recursos y recortó su agenda para hacerse presente hoy en la zona. Muchos, especialmente en Louisiana, recuerdan el paso del Katrina, sus 1500 muertos y la demorada ayuda de Bush, que pensó mucho antes de interrumpir sus vacaciones. La portavoz presidencial Dana Petrino sostuvo que “fue un error y aprendimos la lección”. Es casi seguro. Pero poco creíble: California es republicana y tiene 54 electores presidenciales, el distrito con mayor cantidad de electores. Louisiana era demócrata y apenas tiene 9.
Son 8900 los bomberos enfrentando los 19 focos incesantes desde hace cuatro días. Todo, según aseguran los especialistas, depende del viento, la temperatura y lo que encuentre como leña, sean bosques, viviendas o carne humana o animal. Sólo la costa del Pacífico lo detendrá, dicen algunos, porque allí no hay ni lo uno ni lo otro y si lo hay está mojado. Pero hasta entonces, los números siguen creciendo: 35 mil hectáreas más que el martes consumidas por el fuego; 560 mil evacuados contra los 513 mil del día anterior; 20 mil alojados en el estadio de Qualcomm, diez mil más que un día antes; 1436 viviendas incineradas, 236 más que el martes. Pero especialmente 19 focos de incendio, cinco más que los que castigaban ayer.
La previsión yanqui hace que puedan reunir 2600 presos especializados en la lucha contra incendios, que aportarán sus hombros a los de los casi 9 mil bomberos. Para esta hora en que usted está leyendo estas líneas, las localidades de Rancho Bernardo, Fallbrook y Ramona entran en un cenicero. Sony Electronics tuvo que cerrar las puertas de su planta en San Diego y detener la producción de sus PC Vaio. “Decidimos el cierre puesto que las instalaciones se encuentran en área de riesgo”, indicó un vocero. Y la empresa de celulares Kyocera debió interrumpir la mayor parte de sus líneas de producción de semiconductores porque la mayor parte de sus trabajadores viven en áreas en las que rige la orden de evacuación. “Sólo se opera una pequeña parte de las líneas con los empleados que lograron llegar”, sostuvo el vocero Chikako Morioka, imbuido de la cultura laboral oriental.
En la exclusiva Malibú, al menos, las órdenes de evacuación quedaron detenidas. “En este momento no hay ordenadas más evacuaciones”, indicó el encargado de las órdenes, Johnie Jones. En la zona se habían incendiado 1800 hectáreas, con 20 viviendas de ricos y famosos, un castillo de no tan famosos pero ricos, valorado en 17 millones de dólares, y una iglesia presbiteriana. Había que ver a los vecinos del lugar, entre estrellas y empresarios, cargando cuadros millonarios, joyas y álbumes de fotos familiares para huir hacia otros lares.
Sólo estar allí para ver desfilar a esa multitud que siempre se destaca con sus vestidos escotados y brillantes, trajes de gala y sonrisas para los fotógrafos en la pasarela del Oscar o de Cannes, pero ahora con marcas de hollín en el cuello de la camisa y escapando de chispazos naturales en otro tipo de escenarios tan tangiblemente dramáticos como el que más pero sin guión previo. Ya les había tocado el turno de escapar a James Cameron, Sean Penn, Olivia Newton John, Jean Seymour –cuyo marido, en un gesto de valentía simbiotizada con la estupidez, no cumplió la orden de evacuación y se quedó como un infiltrado dentro de su propia casa para proteger sus bienes muebles, vaya a saber cómo y de quién, porque del fuego es poco probable–. Victoria Principal, ex Dallas 78, abandonó su casa, pero con un gesto de solidaridad con miras a futuro: donó 50 mil dólares para alimentar a los bomberos. Britney Spears aseguró que “me asusté de verdad” y Kiefer Sutherland tuvo que suspender las grabaciones de 24. Quizás en un tono razonablemente crítico, la exuberante Jamie Lee Curtis responsabilizó del siniestro natural al comportamiento humano: “El calentamiento global, combinado con que la gente construye casas en lugares donde no debería... se convierte en la tormenta perfecta que estamos experimentando aquí. No es accidente. No es una acción divina. Es el hombre”, dijo. Ahora, de todos modos, se puede volver a Malibú.
A todo esto y para esta hora, G.W. Bush estará dando su conferencia en California, estrechando la mano del bueno de Arnold y prometiendo línea abierta por cualquier cosita. “Lo más importante –dijo ayer Bush, en conferencia de prensa–, quiero que las personas en el sur de California sepan que los estadounidenses en todo este país se preocupan profundamente por ellos.”
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