La cantidad de nuevos afiliados a las AFJP cayó en septiembre de manera estrepitosa. La merma en las incorporaciones respecto al mes anterior fue del 85,3 por ciento. Mientras en agosto se sumaron al régimen de jubilación privada 74.676 personas, en septiembre lo hicieron 10.575. Hay casos todavía más sorprendentes. La AFJP Futura logró tan sólo nueve clientes el mes pasado, lo que marca un enorme contraste con los 21.440 que había conseguido en agosto. En Profesión + Auge ocurrió algo similar: retrocedió a 158 nuevos afiliados desde 21.589. Y en Arauca Bit el repliegue fue a 785 desde 22.145. Esas distancias siderales no fueron circunstanciales, un hecho excepcional, sino que de ahora en más –y eso es lo que más preocupa a las AFJP– la norma serán esos niveles reducidos de captación de clientes.

Semejantes caídas se explican por una sola razón: a partir de septiembre las administradoras dejaron de recibir a los llamados indecisos, personas que se incorporan al mercado laboral y que no expresan adónde quieren que su empleador derive sus aportes previsionales, si al sistema de jubilación privada o al estatal. En esos casos, hasta el 31 de marzo pasado, esos nuevos trabajadores eran inscriptos automáticamente en una AFJP. Les tocaba la que menos comisión cobrara en su escala salarial. Fue un aporte invalorable que Domingo Cavallo les hizo a las administradoras cuando las creó en 1994. El objetivo fue justamente aumentar rápidamente el número de inscriptos en las AFJP, aprovechando el desconocimiento generalizado de esa disposición por parte de la ciudadanía.

La fórmula funcionó a la perfección desde aquel año hasta ahora. En el medio, el único retoque lo hizo el gobierno de la Alianza, cuando decidió que los indecisos fueran anotados en alguna de las tres administradoras más baratas, en lugar de ser distribuidos por un simple sorteo entre cualquiera de las empresas del sistema. El cambio estructural recién llegó con la última reforma previsional, que se aprobó en febrero pasado. La ley invirtió los términos de la medida original: ahora, desde el 1º de abril pasado, los indecisos son anotados al régimen estatal.

Los efectos de esa decisión se empezaron a ver recién en septiembre, debido a que durante los meses previos la Superintendencia de AFJP siguió asignando indecisos a las administradoras. Era el “saldo remanente” que se había acumulado hasta el 31 de marzo, cuya distribución demoró un tiempo, pero que terminó en agosto. La estrategia de varias empresas durante los últimos años fue bajar las comisiones para acceder a ese universo de afiliados gratis, que les llegaban sin tener que mover a un solo promotor. La caída de las comisiones era apenas suficiente para ganarse esa clientela, pero no produjo una reducción estructural en el mercado.

Durante 2006, las AFJP consiguieron un total 690.000 nuevos afiliados. De ese universo, 575.000, el 83,3 por ciento, fueron indecisos. Los 125.000 restantes adhirieron voluntariamente a alguna administradora. Como se ve, al no tener más el aporte de indecisos, el negocio para las AFJP se reduce a casi a una décima parte. Expertos del sector privado estiman que durante los próximos meses se dará un acelerado proceso de compras y fusiones de empresas, ya que no quedará espacio para todas.

Para las AFJP en su conjunto existe un problema adicional. Además de no recibir más indecisos, están perdiendo afiliados que ejercen la opción para pasar a reparto. En total, ya se fueron 950.000 personas y es probable que el número pegue un salto en los dos meses finales –hasta el 31 de diciembre– que quedan para cambiar de sistema. Las empresas están haciendo presión para frenar una campaña publicitaria promocionando el cambio que pensaba lanzar el Gobierno después de las elecciones.