SOCIEDAD
En medio de acusaciones y peleas, se abrió la Cumbre del Desarrollo
El encuentro, que reúne a representantes de unos 200 países en Johannesburgo, ya muestra duras diferencias entre los participantes. Acusan a EE.UU. de negarse a contribuir con un plan para reducir la pobreza. Para las principales ONG, todo es una farsa.
Signada por acusaciones cruzadas entre los propios participantes y multitudinarios actos de protesta en contra de su realización, comenzó ayer en Johannesburgo, Sudáfrica, la segunda Cumbre de Desarrollo Sustentable de Naciones Unidas, de la que participan unas doce mil personas entre funcionarios y representantes de organizaciones no gubernamentales de unos 200 países. Durante el primer día de debates pudieron vislumbrarse profundas diferencias, entre ellas las que protagonizaron representantes estadounidenses y británicos. Estos últimos acusaron a sus pares norteamericanos de ser “contrarios a contribuir con financiación para reducir la pobreza y proteger el medioambiente” del planeta, objetivos principales de la Cumbre. Tampoco faltaron las críticas de los países más relegados hacia los desarrollados, a los que se les exigió la reducción de medidas proteccionistas de sus economías. El aderezo fue aportado por las miles de personas nucleadas por las ONG ecologistas más importantes del mundo, cuyas autoridades calificaron al encuentro como “una farsa que pretende parecer una respuesta honesta a las necesidades de sustentabilidad de los pueblos”.
Con la consigna de abordar las temáticas del desarrollo económico de los países más relegados, el bienestar social mundial y la protección del medio ambiente en relación con los primeros dos puntos se inauguró ayer la Cumbre de la ONU en el centro de convenciones de Sandton, en Johannesburgo. El encuentro, cuya primera edición tuvo lugar hace diez años en Río de Janeiro, comenzó con un encendido discurso del presidente anfitrión Thabo Mbeki, quien subrayó –en clara alusión a los países desarrollados– la necesidad de encarar conjuntamente los problemas económicos y ecológicos que ponen en peligro a gran parte de la población mundial. Mbeki sostuvo que “la pobreza, el subdesarrollo y la desigualdad, sumadas a una preocupante crisis ecológica mundial, hacen peligrar la vida de la mayoría de los seres humanos”. “Por eso, tenemos que poner fin a la inercia de la década pasada y acordar medidas claras. El plan de acción de Johannesburgo que discutiremos y negociaremos debe ser real y creíble”, declaró Mbeki, ante los líderes presentes.
Hasta el 4 de setiembre próximo, el centro de convenciones albergará a más de cien jefes de Estado, además de organizaciones no gubernamentales y actores de la sociedad civil. Allí los participantes tratarán de delinear un plan mundial para acelerar lo que se ha dado en llamar “el Desarrollo Sustentable” del planeta, que conjuga la discusión de un plan de desarrollo económico y social mundial con la promoción de políticas de cuidado del medioambiente. Sin embargo, como admitieron los propios participantes, son muchas las diferencias por superar, en su mayoría relacionadas con la erradicación progresiva de la pobreza.
De hecho, después de la apertura a cargo del mandatario sudafricano se conocieron declaraciones de Margaret Beckett, la ministra de Ambiente que encabeza la delegación de Londres en la Cumbre. En referencia a los objetivos propuestos por Naciones Unidas, Beckett afirmó que “Estados Unidos puso en claro que es contrario a fijar objetivos que contribuyan a reducir la pobreza y proteger el medioambiente”. A tanto llegaron las acusaciones que la funcionaria debió defender al premier británico, Tony Blair, de los dardos arrojados por su propio consejero, Jonathan Porritt, para quien la salud del planeta no es una de las prioridades del primer ministro.
Finalmente, en oposición a la conferencia oficial de la ONU, más de 15 mil miembros de ONG se encuentran reunidos en las afueras de Johannesburgo en una cumbre alternativa desde la que denunciaron a estadounidenses y europeos de utilizar la Cumbre para forzar a los países subdesarrollados a consumir productos transgénicos elaborados por sus multinacionales.