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“Creo que a partir de esta jornada la gente se va a despertar, porque está anestesiada ante tanta violencia. Nos estamos acostumbrando a algo que ni siquiera debería ser extraordinario”, consideró ante Página/12 Graciela Brandáriz, una de las oradoras del acto en el comedor comunitario Los Piletones, cuyo esposo fue asesinado el 26 de junio a las 20.50 en Avellaneda durante un asalto. “Estamos luchando para que lo que le pasó a mi marido no le pase a nadie más”, agregó. Desde el escenario, Brandáriz pidió encarecidamente a los testigos que hayan presenciado la muerte de su esposo, que se presenten en la fiscalía 11 de Lomas de Zamora o en la comisaría 2ª de Avellaneda para aportar información para ubicar a los culpables. Guillermo, el padre del joven Juan Manuel Canillas, apuntó a los funcionarios. “Los gobiernos tienen responsabilidad en tanto y en cuanto no escuchan a la gente que está pidiendo seguridad y justicia. Pero la seguridad sin justicia no sirve”, aclaró, quebrado por el dolor por el secuestro y asesinato de su hijo. “La gente se asoció inmediatamente al pedido de paz porque necesitaba un reclamo puntual para manifestarse. Veo una reacción muy comprometida. La esperanza está puesta en eso. No puede ser que el miedo nos venza. Todas las cosas empiezan desde chiquito para grande. Es un llamado muy particular, no pertenece a un barrio, no pertenece a nadie; la inseguridad no tiene horario ni lugares por eso esta convocatoria representó a todos”, consideró su esposa, Marta Canillas.