“Hace un tiempo me encontré en Santa Cruz de la Sierra con una nena que me dijo: Yo prefiero darle sexo al policía, que me cuida y me trata bien, antes que me abuse mi padrastro: ésa es la realidad de muchísimas chicas en América latina que caen en la prostitución infantil. Hay que romper el silencio frente al abuso sexual que ocurre en las familias y en las escuelas, hay que generar un sentimiento de indignación en la sociedad, para poder empezar a resolver el problema de la explotación infantil”, opinó el director Regional para América latina y el Caribe de Unicef, Nils Kastberg, en declaraciones con PáginaI12.

Kastberg está en Buenos Aires para participar en la Reunión Preparatoria de América latina y el Caribe para el III Congreso Mundial contra la Explotación Sexual de Niños, Niñas y Adolescentes. Ayer expuso en uno de los paneles.

“La explotación sexual tiene muy a menudo sus raíces en la violencia que sufren los chicos en la casa. Hay que implementar un sistema de compensaciones económicas para las víctimas. Si una mamá está haciendo la vista gorda cuando su pareja está abusando de su hija, algo que es frecuente, puede deberse a que si lo denuncia piense que va a perder el sustento económico para alimentar a sus chicos que le aporta el hombre”, señaló Kastberg.

–¿Se han detectado nuevas formas de explotación sexual infantil?

–Entre las formas más grotescas están aquellos que roban a niñitos, que los abusan y los van filmando mientras los van matando. Estamos hablando de atrocidades. Cuando la gente se mete en esa línea necesita excitarse con cosas cada vez más tremendas. En este problema, el porcentaje de mujeres involucrados como victimarios es mínimo. La gran mayoría son varones. Hay que ser más explícito en la condena al cliente. Suecia es uno de los pocos países, si no el único, que no penaliza al que se prostituye sino al que le paga.