Domingo, 4 de octubre de 2009 | Hoy
“Los médicos egipcios utilizaban el agua con fines terapéuticos. Pitágoras, famoso por su teorema matemático, también recomendaba a sus discípulos la aplicación de baños fríos, ejercicios y una dieta vegetariana para fortalecer al cuerpo y al espíritu”, explica Carlos Godoy, especialista en actividades acuáticas para la salud. Más tarde, continúa, el padre de la medicina, Hipócrates (460-377 A.C.), realizaba aplicaciones tanto de agua fría como caliente, dependiendo del estado y sensibilización que tuviera la persona. En la cultura romana, el agua también tenía una gran aceptación. Construyeron gran cantidad de infraestructura para utilizarla tanto para el placer como para el tratamiento de enfermedades. Los griegos, amantes del vigor físico y de la salud mental, crearon baños y gimnasios en sus templos como centros de higiene. Algunos nombres relacionados con el desarrollo de las terapias acuáticas, apunta Godoy, son Vinzenz Priessnitz (1799-1815), un campesino que vivió en la Baja Silesia, que creó un centro en donde empleaba el agua fría y caliente en distintas aplicaciones combinando ejercicios activos; y Sebastián Kneipp, de origen alemán y pastor protestante, que fue uno de los que impulsaron el uso del agua y de una vida más natural: “Kneipp sostenía que la gran mayoría de las enfermedades se debían a problemas circulatorios o a la presencia de sustancias tóxicas y residuos metabólicos en la sangre y para ello utilizaba la aplicación del agua, por sus beneficios de movilización, favoreciendo de esta manera la eliminación de toxinas y una mejor circulación sanguínea. La ‘cura de Kneipp’ incluía no sólo baños completos y parciales de agua fría y caliente, sino también chorros de agua, ejercicios físicos, hierbas medicinales y una dieta saludable”.
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