Lunes, 2 de noviembre de 2009 | Hoy
SOCIEDAD › OPINIóN
Por Horacio Cecchi
No hay justificación posible a la agresión a mansalva al ex futbolista Fernando Cáceres. Pero ayer, Daniel Scioli respondió a la demanda periodística compulsiva de la peor manera posible –aunque parezca o quiera parecer la mejor—, caminando sobre la peligrosa cornisa por la que ya caminó Ruckauf. Alentó, como responsable principal del territorio más emprobrecido y poblado del país, pero además como jefe de la fuerza policial de historia más negra de la última década, la Bonaerense, a meter bala. Textualmente dijo, en una entrevista de 15 minutos a través de la pantalla de TN, que la policía “... tenga la total determinación de enfrentarse con los delincuentes y abatirlos cuando las circunstancias sean de estas características”. ¿Qué quiere decir con “estas características”, señor gobernador? ¿Acaso está alentando a los policías a que disparen en cualquier situación “característica”? Convocado por el periodista de TN, Scioli aclaró que “los delincuentes están dispuestos a todo, y nosotros, desde el Estado, tenemos también que estar dispuestos a todo. El estado de derecho”, corrigió al final, y ya tarde. ¿De qué estado de derecho está hablando? ¿Acaso no hubo ya un Estado que estuvo dispuesto a todo? Scioli olvida (¿olvida?) que Ruckauf usó la misma receta. Hace diez años, Duhalde bajaba su telón de la mano de su “mejor policía del mundo”, tras la recomendación de meter bala puesta en práctica en Villa Ramallo, donde, curiosamente, la Bonaerense hizo, participó y deshizo a balazos a rehenes y delincuentes. ¿De qué habla, gobernador Scioli, cuando nos habla de un estado de derecho?
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