Martes, 24 de agosto de 2010 | Hoy
SOCIEDAD › UN REFUGIO A 700 METROS
A última hora de ayer, tras la comunicación que mantuvieron con el ministro de Minería, Laurence Golborne, trascendió que los hombres sobrevivieron comiendo dos bocados de atún y un sorbo de leche cada 48 horas. Aunque inicialmente no todos creyeron en esas palabras, luego la confirmación llegó de la mano del texto escrito por los mismos mineros, luego del derrumbe que los aisló a 700 metros de profundidad.
Néstor Jorquera, presidente de la Confederación de Mineros de Chil (Confemin), detalló algunas de las condiciones que podían conocerse, porque se relacionan con “las condiciones laborales que tenían los compañeros”. Muchas de ellas fueron relatadas por algunos de los trabajadores del turno anterior a aquel en que sucedió el derrumbe; otras, por dirigentes del sector.
De acuerdo con Jorquera, los mineros quedaron atrapados junto “con una camioneta y un cargador frontal, que es un pesador, una máquina que sirve para levantar el mineral”. Eso “sirvió para cargar las baterías de sus gorros, que tienen las lámparas que se vieron en televisión. También para poder sacar agua de filtraciones que había en la montaña. Con eso sobrevivieron”, sostuvo Jorquera, que sin embargo no estaba convencido de que hubieran contado con comida. “Lo que sí tenían era harto aire y el agua, porque la mina es muy grande, hay bolsones de aire.”
El minero Juan Carlos Díaz, cuyo turno en la montaña terminó poco antes del derrumbe, evaluó que “tienen al menos un espacio de 1,8 kilómetro en donde pueden moverse”. “Hay espacio de sobra para ellos abajo, 1,5 kilómetro más o menos”, evaluó Gino Erazo, otro compañero de los hombres atrapados. Las explicaciones hicieron referencia a las particularidades del sector conocido, en estos días, como “el refugio”. Se trata de una zona de seguridad con la que cuenta el yacimiento en su parte más honda, una suerte de excavación fortificada construida sobre la roca de la mina. “Se perforó cerro virgen dentro de la mina y se les pusieron mallas metálicas a las paredes”, agregó Díaz, dando cuenta de que se trataba de un ámbito contemplado en el funcionamiento de la mina.
Precisamente sobre ese detalle se asentó la discordia, según explicó el dirigente Jorquera. “En las mimas normales tiene que haber una entrada y una salida: una sirve para ir a laborar y otra para escapar en caso de siniestro. Acá solamente había ese refugio. No creo que haya alimentos, salidas para oxígeno ni nada de eso. Sólo la experiencia como dirigente de Mario Gómez (el minero de mayor edad, 63 años, que envió la carta a su mujer el domingo) permitió que sobrevivieran.” Las normas de seguridad “no se respetan” en las minas, y “si hay son mínimas”, porque “más vale la producción que la seguridad”, agregó. “Acostumbrados a la soledad, la poca iluminación y con horas y horas de haber permanecido bajo tierra (los mineros atrapados), están más preparados que otras personas para resistir” los días que pasaron y los que vendrán, explicó por su parte Agustín Latorre, dirigente de la Federación Minera de Chile. “Eso los tiene que haber fortalecido.”
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