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Oranta significa “protección” en ucraniano antiguo. Ese es el nombre que eligió Lesia Paliuk para la Asociación de Emigrantes y Refugiados de Europa Oriental, fundada en 2006, para solidarizarse con la comunidad de inmigrantes que viven en el país en situaciones de vulnerabilidad. La mayoría de sus integrantes son ucranianos y ucranianas, mayoritariamente mujeres con hijos menores de edad, destaca Lesia.

–¿Por qué eligieron la Argentina para migrar?

–Migramos aquí en base a un programa operativo presentado ante la Comunidad Europea en febrero de 1992. En diciembre de 1994, a través de la Resolución 4632/94 del Ministerio del Interior, se implementó un programa migratorio para Europa del Este y Central que consistía en la “facilitación administrativa y establecimiento de un programa asistido y apoyado con acciones concretas”. Se establecen acuerdos con los gobiernos de Ucrania y Rumania. Pero el decreto y los acuerdos firmados fueron muy distintos al programa al que tuvimos acceso los migrantes. El resultado fue que nuestra migración no fue ni facilitada ni asistida y menos aún apoyada con acciones concretas del Estado argentino –precisó Lesia–. El acuerdo planteaba que ambos gobiernos tenían que hacer convenios de seguridad social, que nunca hicieron. La socióloga María José Marcogliese, del Grupo de Investigación-Maestría en Políticas de Migraciones Internacionales de la UBA, analizó el programa creado a partir de aquella resolución. El trabajo quedó plasmado en un interesante artículo publicado en 2003 en la Revista Argentina de Sociología bajo el título “La Migración reciente de Europa Central y Oriental a la Argentina ¿un tratamiento ‘especial’?”, donde hace un análisis crítico. “Las autoridades argentinas llevaron adelante un programa desorganizado, ineficiente, sin recursos, sin información y que en la práctica consistió solamente en el otorgamiento de una residencia temporaria...”, cuestiona Marcogliese.

–¿Están arrepentidas de haber migrado a la Argentina? –les preguntó este diario a Lesia Paliuk y a su vecina, Uliana Peremyslyeva (foto).

–No me arrepiento porque sé que mis hijos van a tener mejor vida que yo –responde Lesia.

–¡Qué bueno que lo preguntás! –se entusiasma Uliana–. Amo la Argentina. Lo que pasó no fue por maldición del país, sino por nuestros errores. Me gusta el respeto que hay entre las personas, el clima. No, no me arrepiento. La vida aquí con los chicos es más tranquila.