Samuel “Sami” López es uno de los cinco varones de La Murga de La Teta. Es farmacéutico y, desde hace algunas semanas, director de un hogar de día para niños menores de 18 años en situación de vulnerabilidad, de la provincia de Misiones. “Llegué a La Murga en 2003. Estaba haciendo una pasantía en los barrios afectados y relocalizados por la represa de Yacyretá. Iba con la directora de atención primaria, que se encarga de la atención pediátrica, y yo entregaba los medicamentos. Ella me invitó a integrarme a La Murga de La Teta. Recuerdo las primeras impresiones: gritaban, estaban en ronda, yo decía: ‘Esto no es para mí’. Yo, viniendo de las ciencias exactas, con formación como técnico electromecánico. Pero seguí yendo a los ensayos y me enganché. Y después, viendo en escena el impacto de las obras, cómo nos recibían en los barrios, las madres llorando, por mi compromiso con la lactancia materna y con los derechos de las mujeres, me quedé. Esto vale mucho más que un discurso”, evalúa Samuel. El hace, en una de las obras, de un marido machista recalcitrante.