SOCIEDAD › POR QUE JULIO ARRIETA
Maestro y payaso
Por A. G.-Y.
Su casa es un centro cultural y de actividad teatral. Es la casa del “payaso” o del “maestro”, que es como lo conocen por sus comienzos actorales ahí en la parroquia de la Virgen de Caacupé. Una casa de familia de clase media argentina, geográficamente corrida a una zona que muchos prefieren no conocer, una villa urbana, donde el teatro se mezcla con las necesidades y urgencias de una gran familia. Ahí estaba esperando con un mate dulce en el comedor de su casa, a pasos de Iriarte y Luna, en Barracas. Era muy temprano y su mujer, María Esther Oviedo y buena parte de la familia, dormía. Un hijo, Christian, actor también, cambiaba las vendas en una mano que se había quemado con una soldadora en un trabajo en el polideportivo de la villa. Una de las nietas más pequeñas reclamaba al abuelo jugo, luego juguetes. Era una mañana normal, en una casa normal, en un día de calor de fin de enero. Normal.
Le dicen la Villa 21, una colmena que parece una ciudad medieval. En las paredes de la casa de Julio Antonio Arrieta, de 52 años, están los símbolos de su devoción. Un escudo de Boca (y los estantes pintados con los colores bosteros), una foto coloreada de Perón y Eva, un estante con una veintena de trofeos de taekwondo de una hija, Paola, fotos de todos sus hijos, de algunos nietos, de Federico Luppi y otros actores. También hay diplomas, premios, reconocimientos, por ocho cortos de cine, que el grupo ayudó a escribir o en los que actuaron, y su teatro, del que salió gente que ganó un Cóndor de Plata (Eduardo Saucedo, 1990, en Las tumbas, de Javier Torre). Eliseo Subiela lo contrató con su familia y gente de la villa para trabajar en una película. Sus caras se hicieron conocidas en el 2002 por su participación en la tira “Tumberos”. La principal preocupación de Julio Arrieta hoy es cómo lograr el dinero o el raso, 60 metros, 30 de azul y 30 de gris, para los 30 participantes de la murga de la Villa 21. Eso de inmediato. Después, necesita un galpón para el centro cultural, teatro y murga.
Arrieta también es poeta:
“La Villa Nuestra”
En la villa de Barracas... hay de todo y no hay nada...
La lluvia entra a raudales por las chapas agujereadas.
El viento se cuela por rendijas de madera
Un chico llora, no sabe que no hay leche,
quiere su mamadera.
En el aire flota una humilde canción,
en la calle los chicos no tienen juguetes.
Juegan con la imaginación.
Que son prostitutas, son todos ladrones
Se levantan voces en todos los rincones
Pero... ¿qué hace el sabio, el inteligente?
¿Ayuda o condena a toda esa gente?
No regales nada... ábreles la puerta.
Ahora están vivas, no después de muertas
Que encuentren la luz del amor y progreso
que entre la risa, que se vaya el llanto
son seres humanos, no todos son malos,
no todos son santos.Los autos pasan con gente importante
todos son iguales
cuando ven la villa comentan en tono liberal,
¿cómo puede existir gente que viva tan mal...?
Un chico pregunta a su papá ¿por qué
no puede ser como los chicos que
viven en otra parte de la ciudad?
Muchachos del centro vienen a conquistar
con su plata la ternura,
una flor ha crecido en toda esta basura,
una hermosa niña trabaja cama adentro
no sabe de boliches, ni de onda
musical, mira las novelas... y sueña
algún día su futuro será triunfal.
En la villa de Barracas... hay de todo, y no hay nada...
La lluvia entra a raudales, por las chapas agujereadas.