Este fin de semana, los puesteros de la Quebrada de San Lorenzo seguían quejándose por “la brutalidad policial” ejercida en todos los procedimientos que se hicieron desde el 29 de julio, en el marco de la investigación por el doble crimen de las turistas francesas Houria Moumni y Cassandre Bouvier. “Nosotras no dejamos más a nuestros hijos menores de edad solos cuando venimos a trabajar. Los traemos con nosotras, porque no sabemos qué puede pasar si la policía vuelve a realizar nuevos allanamientos en nuestras casas”, dijeron dos mujeres que hablaron con Página/12 y que atienden negocios ubicados en las cercanías del ingreso al paseo de la quebrada. “El caso los puso como locos y nos persiguen a nosotros, los más pobres, cuando tendrían que ir a las casas de los ricos”, sugirió una de las mujeres, que eludieron dar sus nombres “por seguridad”.

Los que denunciaron por apremios ilegales a los hombres de la Brigada de Investigaciones de Salta fueron Fernando Ariel Tejeda, el primer y fugaz detenido que tuvo el caso, y Nelson Vilte, hermano de Daniel Octavio Vilte, quien sigue preso. Nelson Vilte, que apenas estuvo como “demorado” junto a otras tres personas en la misma condición, aseguró ante los medios de prensa que los policías lo llevaron a un descampado y lo “cagaron a golpes” mientras lo acusaban por el doble crimen. Tejeda hizo un dramático relato que incluyó llantos y acusaciones concretas.

Hasta ahora, el caso de Fernano Ariel Tejeda es el único investigado como corresponde, por el juez Esteban Dubois. “Si la gente no tuviera miedo, las denuncias serían cientos y cientos”, sostuvieron las puesteras de la quebrada.