Lunes, 16 de diciembre de 2013 | Hoy
Por Pedro Lipcovich
“Muchas muertes por sofocación suceden en la cuna, cuando el espacio entre el colchón y el borde de la cuna es demasiado grande y entonces el bebé mete la cabecita, no sabe sacarla y muere asfixiado; con unos pocos centímetros entre el colchón y el borde, ya se presenta el riesgo. Esto puede suceder cuando el colchón fue reemplazado por otro que no encaja a la perfección: por eso, entre el borde de la cuna y el colchón no deberían entrar dos dedos”, explicó Rubén Zabala, de la Sociedad Argentina de Pediatría.
Además, “el espacio entre los barrotes de la cuna no debe superar los seis centímetros. Si es mayor, el bebé puede meter las piernitas y los brazos, terminar colgado entre los barrotes de la cabeza y ahogarse”, agregó el médico.
“Otro riesgo de estrangulamiento es cuando las cunas, mal diseñadas, tienen esquineros o puntas donde puede engancharse la ropa o la cintita del chupete.” Y otro problema “son las barandas: algunas cunas vienen con barandas que se pueden bajar. En Estados Unidos esto se prohibió el año pasado –puntualizó Zabala–: primero porque la baranda puede salirse y el chico caerse; pero lo más peligroso es que las barandas, sin salirse del todo, pueden descarrilar de los rieles sobre los que corren y entonces el chico puede quedar colgado del cuello. En la Argentina, sin embargo, el 90 por ciento de las cunas tienen barandas móviles”. Más de cien bebitos mueren por año en la Argentina por sofocación u obstrucción respiratoria.
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