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Verónica Dusich, de Villa Martelli, tiene 34 años y el 1º de abril de 2003 empezó a trabajar en una pizzería, ubicada en Sánchez de Bustamante y French, en Barrio Norte. Los propios dueños de la pizzería la fueron a buscar al pub donde trabajaba para ofertarle el puesto de encargada general. Incluso, le prometieron que después de los tres primeros meses le aumentarían el sueldo y la pondrían en blanco. “Tenían referencias mías porque el suegro de uno de los cuatro socios conocía a mi papá y sabían que yo trabajo desde los 20 años en gastronomía”, contó. Sin embargo, cuando llegó la noticia de que Verónica estaba embarazada, las promesas se tradujeron en despido.
Luego de los primeros tres meses de trabajo, comenzó a reclamar la regularización de su empleo. Verónica llegó a recibir una oferta para volver a su empleo anterior. Pero los socios le pidieron que se quedara porque el negocio “había mejorado” con su ingreso.
En octubre llegó la noticia: Verónica estaba embarazada. Fue a contárselo a uno de los socios y les volvió a pedir el blanqueo. Un mes después, Verónica empezó con pérdidas, lo que le generó más de un mes y medio de reposo. “Al principio, me decían que me cuidara”, relató. Pero la situación se agravó cuando, a fines de noviembre, Verónica llamó para reclamar su sueldo de octubre: desde que había informado que estaba embarazada, no le habían pagado. Uno de los dueños de la pizzería le dijo: “Te pago y cuando te den el alta de tu reposo, llamame para ver si tengo algo para vos”. Otro llegó a decirle que el embarazo no era su problema.
Verónica contrató un abogado y acudió a la Justicia. Envió una carta documento. “Me corresponden más de 40.000 pesos de indemnización”, afirmó Verónica. Los comerciantes le enviaron otra carta en la que “alegaban abandono de trabajo”. Ahora, Verónica espera la instancia de conciliación.