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Por C. R.

El lunes, en los tribunales de San Isidro, comenzará el juicio contra los policías bonaerenses Hugo Alberto Cáceres y Marcelo Anselmo Puyó, cabezas visibles de un escuadrón de la muerte –cuya existencia reveló en su momento este diario–, autor del asesinato a balazos de José “Nuni” Ríos, de 16 años, y sospechado de cometer otros crímenes similares ocurridos en la zona de Don Torcuato. Ayer, en un anticipo de lo que será el debate sobre la existencia de un grupo parapolicial oculto tras la fachada de una agencia privada de seguridad, que todavía sigue funcionando en el mismo lugar, la Coordinadora contra la Represión Policial (Correpi) denunció que algunos miembros del escuadrón que fueron separados de la Policía Bonaerense luego del fusilamiento de Gastón “Monito” Galván, de 14 años, y Miguel “Piti” Burgos, de 16, en abril de 2002, siguen cumpliendo tareas de “seguridad” en el mismo barrio, contratados por empresas privadas.
Los ex suboficiales de la Bonaerense que habían sido exonerados por el Ministerio de Seguridad bonaerense y que reaparecieron en Don Torcuato son Miguel Angel Lemos y Oscar Casco, separados tras la muerte del Monito y el Piti, cuyos cuerpos presentaban 11 y 7 disparos, respectivamente. María del Carmen Verdú, de Correpi, y Martín Alderete, abogado de la familia de Nuni Ríos, dijeron que el ex suboficial Casco sale a patrullar la zona, a diario, en uno de los coches de la agencia de seguridad Tres Ases, que sigue funcionando en su oficina comercial que es, ni más ni menos, la casa donde vivía Cáceres hasta el día de su detención como autor del homicidio de Nuni Ríos. Casco, pese a estar exonerado, todavía luce con proclamado orgullo su uniforme policial.
Al ex suboficial Lemos se lo puede ver, en su caso de civil, como custodia que suelen llevar los camiones de reparto de la cerveza Quilmes. El dato, corroborado por Correpi, fue aportado por familiares de Juan “Duende” Salto, asesinado a balazos el 15 de agosto de 2001, y de Fabián Blanco, quien también fue víctima de un virtual fusilamiento que se adjudica al mismo escuadrón que integraba El Hugo Beto. La Correpi sostuvo que la agencia de Cáceres, en su sede de Belgrano al 900, de Don Torcuato, sigue abierta como si nada hubiera ocurrido y mantiene en funciones a su flota de patrulleros truchos: un Renault 19 patente CBC 483, un Seat Toledo APB 944, un Renault 9 AFC 485, un Renault 21 TYN 018, un Daihatsu VIK 957 y una Trafic blanca sin chapa identificatoria.
Entre las pruebas del juicio que empieza el lunes, figuran las sesenta fotos que Cáceres les sacó a otros tantos chicos, algunos de los cuales figuran en la nómina de asesinados. Se presume que todos formaban parte de una lista negra que esperaba turno para ser “ajusticiada” como Nuni Ríos. “Lo que nosotros queremos probar es que en Don Torcuato operaba un verdadero escuadrón de la muerte cuyo objetivo, según se desprende de su accionar, era lograr una ‘limpieza social’ con el apoyo económico de vecinos y comerciantes que aportaban una cuota a cambio de ‘seguridad’”, explicó a Página/12 María del Carmen Verdú.
Nuni Ríos fue asesinado el 11 de mayo de 2000. El hecho se produjo cuando la víctima, acompañada por otro chico que logró escapar, intentó asaltar a los ocupantes de un coche en el que viajaban los dos policías ahora detenidos, Cáceres y Puyó. Al interceptarlos, Nuni Ríos y el otro chico reconocieron a los policías y salieron corriendo. Nuni trató de ocultarse entre dos autos, pero fue descubierto. Según la acusación que pesa en su contra, Puyó lo encontró y le hizo tres disparos que le causaron la muerte. Después, con Cáceres, arrojaron al lado de la víctima una 9 milímetros, para simular que el chico estaba armado. Y esparcieron seis cartuchos de escopeta 12/70, para simular un enfrentamiento. La mentira se vino abajo porque otro menor reconoció que la 9 milímetros “plantada” junto al cuerpo de Nuni era un arma que le pertenecía y que le había robado Cáceres. Luego,en su casa se halló la escopeta que había disparado los cartuchos. A los policías se les vino la noche.