SOCIEDAD › LAS PLAYAS DE GESELL

El regreso a los orígenes

Por A.D.
Desde Villa Gesell

La sombra de los tamarindos, las historias del viejo Carlos Idaho Gesell repetidas ahora como epopeyas de los años de la crisis del ‘30. La recuperación de los jóvenes viejos de los ’70, los balnearios sin cemento sobre pilotes de madera. La extinción de las peluquerías en la playa, de las canchas de padel, de los locutorios sobre el mar, de los avances que llegaron con la civilización occidental y cristiana. Gesell quiere eso: abre su verano buscando una obstinada vuelta al comienzo, a sus propios orígenes de Villa sobre el borde del mar.
Matilde Ontivero fue la primera guardacostas de la Villa, la primera mujer salvavidas. Cuenta la historia que al cabo del tiempo levantó uno de los primeros paradores en el barrio Norte, sobre el recorte de arena que había estado a su cargo. Matilde ya está allí. No atiende la pequeña terraza del balneario ni las carpas, los toldos o el parador de lo que ahora es uno de los puntos más exclusivos de Gesell. El punto donde estos días de vuelta al comienzo recala el staff político del doctor K: desde Aníbal Fernández hasta Miguel Pesce. Comparten balneario, parrilla y asado.
Daniel Barrios, heredero de la playa, de la leyenda y del concesionario, les ha dejado preparado lo necesario: sombra y tres parrillas protegidas por una suerte de iglú blanco y macizo, una especie de reducto VIP para el clan peronista de la Villa. José María Díaz Bancalari carpa mediante, Aníbal Fernández. Pesce descansará allí de la vicejefatura del Central.
El clan político estará rodeado también aquí por los combativos, el nuevo perfil de turistas que espera el staff administrativo. Son combativos, pero de ocasión, y serán los pobladores de las playas del centro. Ya no podrán llegar hasta la línea del mar con sus coches. Deberán abandonarlos a dos cuadras y someterse a lo que aquí empieza a conocerse como “la larga marcha”.
Son doscientos metros de arena obligatoria para acceder a los siete balnearios del centro. La calle costanera que corría entre el Paseo 108 y 115 fue literalmente tapada por la arena. Es parte de esa especie de retorno imaginario a los orígenes, pero se trata –además– de un programa de recuperación de playas a largo plazo que comenzó con la sudestada de diciembre del 2003 y finalizará en el año 2007. Epoca en la que, anuncian por aquí, no quedará paseo costanero para autos en ningún punto de la costa.
“Es una medida dura –dice a Página/12 el radical Luis Baldo, jefe de la intendencia local–. Va contra las costumbres de la gente, pero es la respuesta que tenemos que dar ante el efecto erosivo de la costa.” La sudestada del 2003 derribó varios balnearios del centro. Los paseos 112 a 115 están en terapia intensiva. Son las zonas de “mayor registro erosivo”, explican aquí, y donde se colocó una especie de empalizada de médanos con tamarindos y cortaderas para que la arena golpee, pase y se vaya acumulando con el tiempo. Con esa misma lógica se harán los futuros balnearios: estarán construidos en madera, sin cemento, sobre pilotes, a tres metros de altura, con una superficie máxima de 160 metros, mucha terraza y mucha vista. Así serán los 59 balnearios actuales cuando finalice el año 2007, la época en la que caduca la mayoría de las concesiones actuales. Y el momento en el que la Cámara de Concesionarios de Playa, a cargo de Marcelo Barón, cree que el frente marítimo tendrá su nueva estética.
La teoría de la erosión de las costas parece la excusa de un proyecto que acá definen como el fin de la explotación de las playas a la usanza del menemismo: “Los ‘90 nos metieron en esa modernidad de las peluquerías en la playa, la cabinas de teléfono, las canchas de padel, los laverrap de playa. Ahora ya no habrá más nada de eso –adelanta Baldo–; esto es como volver a los orígenes”. Los locales suponen que la fórmula dará resultado no sólo en la Villa sino en esas ciudades que se fueron abriendo sobre los médanos del sur desde hace una década. Mar de Las Pampas, Las Gaviotas y Mar Azul, donde los lotes han aumentado 20 veces de precio en los últimos cinco años y donde el nivel de ocupación parece explosivo. La Villa completa recibirá este año –según sus proyecciones– 1.100.000 turistas entre diciembre y marzo; 30 mil más que el año pasado. Creen que habrá 150 mil personas de promedio cada día con estadías de 13 a 14 días.

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