SOCIEDAD
La tragedia en el Barents
El 12 de agosto de 2000, en las aguas del mar de Barents se hundió el submarino nuclear ruso “Kursk”. La tragedia en la cual murieron sus 118 marineros –a 108 metros de profundidad– fue provocada por una serie de explosiones internas, según se informó. La noticia de lo ocurrido fue ocultada durante dos días por las autoridades rusas, que también postergaron los pedidos de auxilio hasta una semana después.
Cuando ocurrió esa tragedia, el presidente ruso, Vladimir Putin, estaba de vacaciones a orillas del mar Negro y sólo regresó a Moscú una semana después. Los primeros cuatro cadáveres pudieron ser rescatados del submarino solo dos meses después de la tragedia. En esos días se encontró una carta escrita por uno de los tripulantes, donde se afirmaba que 23 marinos lograron sobrevivir durante un tiempo tras el hundimiento.
“13.15. Todos los tripulantes de los compartimientos sexto, séptimo y octavo se trasladaron al noveno. Tomamos esta decisión como resultado de la avería. Ninguno de nosotros puede salir a la superficie”, escribió el teniente de navío Dmitri Kolesnikov. A fines de octubre de 2001, en una revisión del submarino, se halló un nuevo mensaje adentro de una botella. Había sido escrito por uno de los tripulantes, quien se despedía de esa manera de su esposa y de su pequeño hijo.