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“Siempre repudié el patrioterismo”, dice Pablo Garber, fotógrafo y autor de una serie de imágenes de la Argentina en camiseta. De la Selección. Un almacenero rodeado de papas fritas, botellas y envases. Un joven descansando contra la puerta del subte. Otro que atraviesa una calle. Todos, vestidos con la casaca argentina. Lo curioso es que ninguna de estas imágenes fue tomada durante la euforia del Mundial, sino que desde hace dos años Garber comenzó a retratar el símbolo nacional como hábito cotidiano. “Para mi corazón adolescente, ser argentino no era más que una expresión deportiva. Nos fueron quitando todo, o lo fuimos perdiendo, destruyendo. No nos queda más que la camiseta. La gente la lleva puesta para ir a trabajar, para ir al cine, de compras o en el cirujeo.” Durante dos años y medio, Garber recorrió las calles porteñas, plazas, comercios, se metió en las intimidades anónimas y en las protestas públicas, buscando el símbolo incrustado en la vestimenta cotidiana. Clase media, cartoneros, un portón que alguien cierra con la albiceleste, jubilados en pleno cacerolazo. “Con las protestas empecé a tener ganas de mostrar eso que decía la gente, de decirlo yo también.” Ahora, la colección de imágenes será una muestra, en setiembre, en la Alianza Francesa. Se llamará “No nos queda más que la camiseta”.