EL PAíS › POLEMICA DE ULTRATUMBA SOBRE EL FMI
Cafiero vs. Perón
Fue en la radio: a Antonio Cafiero le pusieron una cinta con las durísimas declaraciones de Juan Domingo Perón sobre el Fondo, emitidas en 1970. El senador arrancó con aquello de que “si viviera, haría lo que hacemos”, y después se enojó. Y mucho.
Por Miguel Bonasso
Ocurrió hace una semana, pero el senador justicialista Antonio Cafiero todavía lo debe estar lamentando. Nunca pudo imaginar cuando lo llamaron “del programa ese” que se vería obligado a sostener una polémica de ultratumba con Juan Domingo Perón. Que ese venerado, temido y a veces (secretamente) odiado General, regresaría del más allá, con su voz pastosa a lo Pepe Arias, para recordarle a “Cafierito” que el Fondo Monetario Internacional acostumbra a cortar el crédito de los países para imponerles, a cambio de la hipotética salvación, ministros, leyes y planes que permitan quedarse con los activos de la Nación “por chirolitas”. Demasiadas coincidencias con el presente para ser fácilmente asimiladas por uno de los senadores justicialistas que acababa de votar la derogación de la Ley de Subversión Económica por mandato expreso y público del FMI. Por eso, Cafiero se enojó y perdió los estribos ante los micrófonos de Radio Ciudad el sábado pasado. Salvo que en vez de pelearse con ese Jefe que lo humilló más de una vez en vida, se enojó con los periodistas Eduardo Tagliaferro y Guillermo Marcello, conductores del programa “Demasiada Información”, que exhumaron la voz inconfundible del Líder, grabada en 1970, en una cinta que difundía prensa del PJ.
Cuando Tagliaferro, que también es periodista de Página/12, le ofreció compartir la escucha de esa cinta, en la que Perón traza un diagnóstico del FMI, el veterano senador malició que algo desagradable podía suceder, pero tragó saliva y contestó con su acostumbrada cortesía: “Sí, cómo no”.
En la grabación, una entrevista periodística, el General le recuerda al entrevistador que al comenzar la dictadura militar de Juan Carlos Onganía había una fuerte disputa por el poder entre cuatro grupos que se movían “detrás del trono”: “Cursillistas que hacen ejercicios espirituales con Onganía; gorilas que vienen del ‘55, nacionalistas de esos que vienen macaneando desde hace 40 años y nunca han hecho nada y el clásico sector agroexportador”.
Un cuadro de división que, según Perón, fue aprovechado por el FMI para sus propios planes: “El FMI, que ve eso, comienza a hacerle cerrar el crédito a la República en todas partes. Al finalizar el año ‘67 la República no tiene crédito en ningún lado. Y vienen los ministros de Economía argentinos a mendigar por todas partes a ver qué banco les da 10 millones de dólares, cinco millones de dólares, que es la mejor manera de echar abajo todo el crédito: el pedir limosna”.
“En ese momento la situación hace crisis y el país entra en cesación de pagos. No puede pagar sus débitos, no tiene créditos, no tiene dinero... Entonces tiene que cambiar el gabinete y ahí está la maniobra bien hecha. Quien le ha cerrado el crédito es el Fondo Monetario Internacional, pero se lo ha cerrado con una intención, no se lo cerró porque sí. Entonces cambia el gabinete. Cuando van a nombrar y se les hace difícil (¿quién va a agarrar como ministro de Economía en un país que está en cesación de pagos?) el Fondo Monetario dice: ‘Yo le resuelvo el problema, le abrimos el crédito pero nosotros necesitamos una garantía’. Bien, ¿cuál es esa garantía? ‘El ministro de Economía lo nombramos nosotros.’ Entonces sacan un empleado de ellos –Adalbert Krieger Vasena– y lo ponen de ministro de Economía.”
“La primera medida que toma este señor es ‘estabilizar la moneda’, para lo cual no se le ocurre nada más peregrino que devaluar a 350 pesos por un dólar. ¡Claro que esto obedece a un plan!: Comprar por moneditas de dólares toda la industria. ¡Compran en un mes 25 bancos! ¡Claro, si los están comprando por chirolitas!”
“Bueno, ahí está. Desde ese momento el que gobierna la República Argentina es el Fondo Monetario Internacional. Nosotros nunca nos hicimos socios del FMI durante mi gobierno (...) Nosotros dejamos el país en 1955 sin deuda externa. Repatriamos toda la deuda. (Después) (Pedro Eugenio)Aramburu hizo 2 mil millones (de deuda). (Arturo) Frondizi, otros 2 mil millones. Cuando llega (Arturo) Illia hay 4500 o 4600 millones de dólares de deuda externa y el crédito de la República es muy difícil. (A partir del dictador militar Pedro Eugenio Aramburu) ellos se hacen socios del FMI y al hacerse socios del FMI, el Fondo da su garantía. Pero, como digo, no la da gratis. Hay que darse cuenta de lo que realmente ocurrió con esos empréstitos. Ahí se han robado la mitad. Ellos no han utilizado ni siquiera la mitad. Se lo explico en dos palabras...” Y Perón se lanza, entonces, con su estilo coloquial y ameno, de viejo criollo, a explicar lo que era el área-esterlina y el área-dólar, los acuerdos de Bretton Woods y otras interioridades del sistema financiero internacional que ya no vienen a cuento.
Hay una pausa. Con voz en la que se adivina una sonrisa, Tagliaferro comenta: Senador, fue largo el audio pero creo que valía la pena.
Antonio Cafiero: Por supuesto, por supuesto. Todo lo que dice Perón o todo lo que diga el General a lo largo de su larga y proficua vida política siempre es útil para la memoria de los argentinos y para guiar también algunas decisiones del presente y del futuro.
E. T.: ¿Y a usted qué opinión le merecen estos dichos de Perón sobre el FMI? Parece que hubiera hablado hoy.
A. C.: Exactamen...(se interrumpe bruscamente, alarmado por la indiscreción de su propio insconsciente)...No, bueno, no. Mire... yo, yo, este, diría que Perón en ese momento interpretaba con toda fidelidad la situación del mundo. Claro. (Transición.) ¿Ese discurso de cuándo era?
E. T.: Del año ‘70. Es una entrevista.
A. C.: (Ya repuesto.) Si Perón tuviera en el año 2002 las mismas ideas del año ‘70 no sería Perón. ¿No? No sería lo que fue. La gran virtud de Perón, que no solo fue un político caudillo sino un genio estratégico, era que ajustaba la realidad a los cambios que se producían en la historia. Eso explica la perdurabilidad del peronismo.
E. T.: Senador, usted no me querrá estar diciendo que si Perón estuviera vivo estaría haciendo lo que hace (Eduardo) Duhalde. Me imagino...
A. C.: No sé. Porque probablemente nunca se hubiera llegado a la situación en que se está actualmente. Entonces, por supuesto, es inimaginable querer comparar una cosa con la otra.
E. T.: Pero usted no puede negar que en el audio Perón ve claramente un escenario que es el que hoy estamos viviendo. No le digo que piense igual, pero el escenario es ese...
A. C.: El escenario es totalmente distinto al que está narrando Perón.
E. T.: ¿El Fondo Monetario no está poniendo ministros?...
A. C.: Yo le digo que el mundo ha cambiado totalmente. No se había caído el Muro de Berlín, existía la Guerra Fría, existían las guerrillas en América latina y también se estaban por activar en Argentina. No existía la computación. No existían las ventajas tecnológicas y la rapidez con que el mundo hoy se mueve.
(A esa altura del diálogo, que se iba caldeando, se sumó el otro conductor, Guillermo Marcello.)
G. M.: Cafiero, buen día. Le habla Guillermo Marcello. Es verdad que no existían las cosas que usted está enumerando, pero la práctica del FMI de poner ministros y de apretar a países, de empobrecerlos, esa práctica no ha cambiado.
A. C.: No, no. Probablemente no.
G. M.: Bueno, a eso se refería Perón.
A. C.: La capacidad para resistir esos poderes dictatoriales del Fondo depende del propio país. Perón podía no aceptarle nada al Fondo porque tenía poder político emanado del pueblo, pero otro gobierno no lo hubiera podido hacer.
E. T.: Y los peronistas, hoy, no lo pueden hacer.
A. C.: (Sacando la pelota al córner): No, no. Porque los peronistas estamos gobernando de apuro. A nosotros nos tiraron el gobierno a la cabeza por el fracaso estruendoso de la Alianza.
E. T.: Le digo que muy apurado no se lo ve al Gobierno.
A. C.: ¿Eh?
E. T.: Hace seis meses que está esperando un acuerdo con el Fondo para después ver qué hace.
A. C.: (En tono lastimero.) Bueno. Porque estamos débiles, porque nos han dejado muy débiles, muy desunidos. El país ha sido saqueado. El país que dejó el peronismo, o mejor dicho que dejó el gobierno de Menem allá en el ‘99, tenía por lo menos reservas. Tenía 45 mil millones de dólares de reservas. Era un país que se podía defender. El país que nos dejó el gobierno de la Alianza es un país saqueado y fundido.
E. T.: O sea que estábamos fenómeno en el ‘99. No había deuda...
A. C.: Mejor que ahora. Usted no me va a negar...
(A partir de ese momento la polémica se transforma en gresca. El senador Cafiero pierde su bonhomía habitual. Pasa a toda velocidad por su responsabilidad personal e histórica al haber votado, de acuerdo con los dictados del FMI, la derogación de la ley de subversión económica y sale por la tangente culpando de todos los males habidos y por haber al defenestrado gobierno de la Alianza. Con un tono propicio para los programas de Mauro Viale reprocha a los periodistas haber votado a la Alianza y aunque estos lo niegan reiteradamente, el senador insiste en visualizarlos como aliancistas embozados.)
A. C.: Dejen de tirarle piedras a este gobierno peronista que mal que mal es lo único serio y consistente que queda en el país. Olvídense de los sueños que tuvieron, olvídense de las utopías, porque todo eso fracasó. (...) Y no es cierto que fracasó la clase política, ¡fracasó el gobierno de la Alianza! (...) ¿Y quieren volver al gobierno ustedes? ¿Y quieren criticarlo a Duhalde? ¡Pero, por favor! (...) Porque ustedes tienen ganas de que esto se vuelva a quilombificar (...) Sí, los conozco chicos. Ustedes fueron los que creyeron en el progresismo de la Alianza. La verdad es que ustedes son uno de los grandes promotores del desastre de la Argentina.
E. T.: ¡Ah, la culpa es del periodismo!
A. C.: No. La culpa es de la Alianza a la cual ustedes votaron y apoyaron.
Al llegar al paroxismo maurovialístico, la agresión se desliza hacia la ironía. Los periodistas le piden al viejo senador que alguna vez fue el ministro más joven de Perón que les dijera, por favor, por quién votar. El senador les contesta con suficiencia. Se despiden. Atrás del senador, en la tiniebla del éter, un Perón que se parece a la caricatura de Hermenegildo Sabat, comenta en sordina:
–¡Cafierito! Es un buen muchacho, lástima que va mucho por la Embajada...