Viernes, 6 de abril de 2007 | Hoy
“En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, un sistema integrado de transporte, a partir del modelo de Curitiba, podría tener fuerte impacto en la circulación, pero para implementarlo en ciudades tan grandes hace falta una voluntad política muy fuerte”, advirtió Andrés Fialho, que desde hace 30 años organiza estos sistemas en Curitiba y otras ciudades.
Hace falta tanta voluntad porque “se hace necesario limitar el acceso de autos particulares al centro y otorgar carriles exclusivos al transporte público: esto genera mucha resistencia en usuarios de vehículos particulares, que tienen peso en la opinión pública. Pasado un tiempo, se van advirtiendo los beneficios para la comunidad, ya que bajan los embotellamientos, se reduce la polución y mucha gente se vuelca al transporte público, pero en los primeros tiempos puede haber protestas muy fuertes –explicó Fialho–. En cambio, en ciudades medianas, de hasta un millón de personas, donde el tráfico todavía no es tan complicado, los costos son menores y los resultados son mejores”.
En Brasil, “San Pablo, desde hace pocos años, ha puesto en práctica carriles exclusivos y terminales de transferencia: ya hay varios en operación y está previsto construir otros; esto requirió aguantar una crítica muy grande de usuarios de vehículos particulares. En Río de Janeiro, en cambio, todavía no hay medidas importantes en este orden”, contó Fialho.
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