En algo hay que creer
Por Claudio Zlotnik
Dentro de diez días, el 2003 pasará a la historia. En medio del vértigo por el fin de año y los preparativos de las fiestas, un clásico del periodismo económico es presentar las proyecciones para 2004. Lectores inquietos quieren saber cuál será el destino de sus bolsillos, y el cambio de almanaque es una buena excusa para ese convite. Ante ese reclamo, la tentación es elevada: Cash no tendría más que dar paso a las estimaciones que realizan los principales economistas del mercado. Porque si hay una cosa segura es que, a esta altura del año, las consultoras de la city ya tienen prolijamente elaboradas las Proyecciones 2004. Pero, la verdad, es que hay un problema.
Y acerca de esto, el suplemento quiere ser honesto ciento por ciento con sus lectores: existe una dificultad para poder complacer esa impaciencia sobre el porvenir. Se sabe que esa pretensión es lógica. Y que la obligación sería complacerlos, consultando a los especialistas de mayor prestigio. Pero lo cierto es que el resultado no fue del todo satisfactorio con esa receta. Los expertos erraron con sus pronósticos. Y lo peor es que eso ocurrió más de una vez.
El archivo es implacable. A fines de 2001, Ricardo López Murphy vaticinó que el año siguiente cerrarían dos de cada tres bancos y que, en el mejor escenario, el dólar llegaría a valer 5 pesos. Miguel Angel Broda vislumbraba un posible proceso hiperinflacionario, mientras Orlando Ferreres pronosticaba una inflación anual que superaría el 100 por ciento. Se sabe, que en el 2002 no se dio ninguno de estos pronósticos de catástrofe.
¿Qué hizo Cash el año pasado ante semejante fracaso de los expertos?
Decidió que lo mejor sería evitar otro tropiezo, y cambió a los protagonistas de la encuesta: en vez de economistas, se consultó directamente a quienes dicen que están conectados con el futuro. La convocatoria fue a astrólogos y mentalistas, y así se publicó el último domingo del año pasado. Para responder sobre las perspectivas de 2003 se relevó la opinión de distintos especialistas. Hay que reconocerlo, ellos también fallaron. Otra vez, lo óptimo es revisar el archivo y redescubrir los dichos de quienes desfilaron por el suplemento. Lily Sullös pronosticó que el 2003 “no será un buen año” por la entrada de Saturno en la fase de Cáncer. Horangel directamente borró cualquier esperanza para las actuales generaciones: dijo que la economía recién volvería a crecer con fuerza allá por el 2030. Y que este año la Argentina viviría una “parálisis extrema, una enorme frialdad en lo económico” ya que Saturno “es el símbolo de la guadaña”. Tampoco le fue bien a Aschira ni a Blanca Curi. Ambas pronosticaron que Carlos Menem sería presidente. Curi, incluso, previó una economía prácticamente estancada, con una expansión anual de apenas el 2 por ciento.
A los economistas-gurúes no les fue mejor que a los astrólogos y mentalistas. Para el 2003, Miguel Angel Broda había pronosticado una expansión del Producto del 2,5 por ciento. Y un dólar que, en el mejor escenario, cerraría en 4,30 pesos. FIEL, en tanto, previó una suba del Producto del 2 por ciento y un dólar a 3,60. La Fundación Mediterránea tampoco la pegó: previó una mejora del 3 por ciento y un dólar a 3,90 pesos. El CEMA también falló: dijo que el PIB crecería un amarrete 0,5 por ciento. Ni siquiera acertó Ecolatina, la consultora fundada por Roberto Lavagna. No le tuvieron mucha confianza a su ex jefe: sus economistas estimaron un crecimiento de 2,5 por ciento y un dólar en 3,80/4 pesos. Respecto de la inflación también hubo serios errores: las previsiones fueron desde el 17,2 por ciento de la Mediterránea al 45 por ciento del CEMA, pasando por el 38 por ciento de FIEL.
Pero la verdad, estimados lectores, es que el hecho de que los economistas-gurúes hayan errado otra vez no hace más que intensificar la búsqueda. Y si los astrólogos y mentalistas también fallaron, laobligación es la de inspeccionar otros horizontes. La consulta, entonces, en esta oportunidad recayó en especialistas vinculados a las ciencias ocultas, la religión, la magia, la astronomía y la meteorología. En este último caso se trata de profesionales del pronóstico. Cash no se resigna. Todo sea por tratar de atrapar el futuro y saber cómo será el 2004 económico.