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“Se nota una mayor esperanza de la gente porque se presume que la crisis ya terminó. En los últimos meses hubo signos de que la situación está cambiando. En este contexto, hay que esperar un 2004 mejor, en lo económico, que lo que vimos este año. Pero ¡ojo!, estaremos pasando del octavo al quinto subsuelo después de atravesar una crisis terrible. Lo importante es que haya más producción para generar puestos de trabajo, en especial en las grandes ciudades. Mi sensación es que los niveles de pobreza se concentran en ellas y no tanto en los distritos del interior, al menos en aquellas economías regionales que se beneficiaron con ladevaluación. Insisto: la base de que nuestra gente esté mejor depende de que se formen puestos de empleo, a nadie le gusta depender del asistencialismo ni de la dádiva. Ese es el principal desafío para el año que viene: recrear la cultura del trabajo. Sería bueno que el Estado lidere inversiones, que genere planes. Hasta desde el punto de vista teológico, no hay nada más terrible que una persona que no sea capaz de autoabastecerse”.