Domingo, 13 de abril de 2008 | Hoy
ALEJANDRO VANOLI LE RESPONDE A RUBEN LO VUOLO
Rubén Lo Vuolo escribió en Cash “La falacia del canje”. El vicepresidente de la Comisión Nación de Valores, Alejandro Vanoli, discute esa posición.
Por Alejandro Vanoli
El artículo de Rubén Lo Vuolo “La falacia del canje” (Cash, 2 de marzo de 2008), si bien elogiable por mantener abierta la discusión sobre el tema de la deuda pública, amerita una opinión alternativa por la parcialidad de su abordaje.
Existe consenso nacional e internacional de que no existen precedentes de un país que haya renegociado con tanta firmeza y por ello obtenido una fuerte quita de capital e intereses, a pesar de la intensa presión del G-7 y los lobbies de los fondos buitres. La firmeza del Gobierno, el acompañamiento de la población, que incorporó la quita del 75 por ciento en valor presente como una causa nacional, y la ley cerrojo votada por amplia mayoría en el Parlamento Nacional fueron una señal contundente para el éxito obtenido, notable dadas las relaciones de fuerza –asimétricas–- con los sectores concentrados. La cancelación de la deuda con el FMI implicó no sólo un mayor desendeudamiento con el exterior. Tuvo un elevado valor simbólico: la recuperación de la autonomía nacional para avanzar en un modelo distinto, evitando las condicionalidades que no sólo ponían en peligro la recuperación post-crisis, sino que habrían profundizado la concentración, extranjerización y exclusión social en la Argentina.
La argumentación de Rubén apunta a señalar que la deuda ha aumentado, centrando la crítica en el crecimiento de la deuda por el CER, la capitalización de intereses y los cupones ligados al PBI. Lo cierto es que Argentina se está desendeudando: la deuda pública (también la deuda externa) es inferior en términos absolutos a los valores pre-crisis. Midiendo en términos relativos, la deuda cae respecto de una serie de indicadores económicos, lo que denota una mejora en la capacidad de pago.
Así el peso de la deuda es 56 por ciento del PBI a fines de 2007, claramente inferior al 146 por ciento de 2002. La deuda en relación con las exportaciones descendió de 900 al 98,6 por ciento en igual período.
La capitalización de intereses implica un alivio en los primeros 10 años, lo que es consistente con la recuperación gradual de la capacidad de pago luego de la crisis. Si tenemos en cuenta ya no el capital sino el peso de los intereses, se observa que los mismos son inferiores a los previos a la reestructuración, tanto en relación con el PBI, cuanto con la recaudación, el gasto público y las exportaciones. La existencia de los cupones ligados al PBI está basada en la necesidad de ligar el pago de la deuda con el desempeño de una economía, para evitar una crisis. Se paga más cuando se crece y si crecemos menos pagaremos menos. Los mecanismos contracíclicos son saludables. Esto es lo opuesto a lo verificado en los años ‘90, donde a mayor riesgo país los pagos de la deuda eran crecientes.
Otras mejoras significativas omitidas por el autor son el alargamiento a más de 40 años de plazo del capital y la pesificación de la deuda, que era de solo el 3 por ciento en 2001 y ya supera el 48 por ciento, lo que reduce la vulnerabilidad fiscal y externa del país. En general, luego de décadas de inestabilidad, los países que pesifican gradualmente su deuda indexan el capital o la tasa de interés para reducir el costo financiero. Gradualmente se puede iniciar un proceso de emisiones en moneda nacional sin indexación.
Resulta evidente que la solución al problema de la deuda es algo más que haberla renegociado mejorando su monto y perfil de pagos. Es fundamental crecer a altas tasas de manera sostenida para maximizar la capacidad de pago. No se puede analizar aisladamente que haya una mayor carga de pagos en los próximos años sin mencionar el incremento significativo de la solvencia del país. Hay un importante alivio de la brecha externa con superávit de la cuenta corriente, reservas internacionales record que superan los 50 mil millones de dólares, mientras que la deuda en moneda extranjera en relación con las reservas pasó de más de 9 veces en 2002 a solo 1,4 veces en 2007.
Para lograr mayor fortaleza se debe profundizar el rumbo iniciado en 2003, pasando del crecimiento al desarrollo, reforzando el modelo productivo orientando desde el Estado un proceso de ahorro e inversión sobre bases endógenas, como ha ocurrido en los casos exitosos de desarrollo económico. En el plano financiero se debe evitar la liberalización que tanto daño causó al país. Ello implica una política monetaria y cambiaria que evite una apreciación exagerada del peso y control selectivo de capitales. Falta mucho para revertir décadas de oprobio, pero estamos en camino y no queda duda de que si se analiza de manera integral y no parcial la situación de la deuda, como las políticas macro que determinan la capacidad de pago, estamos ante una oportunidad histórica de dejar atrás el problema de la deuda recorriendo la senda del crecimiento con equidad.
* El autor es vicepresidente de la Comisión Nacional de Valores.
“Hay consenso nacional e internacional de que no existen precedentes de un país que haya renegociado con tanta firmeza.”
“Lo Vuolo apunta a señalar que la deuda ha aumentado, centrando la crítica en el crecimiento de la deuda por el CER, la capitalización de intereses y los cupones ligados al PBI.”
“Lo cierto es que Argentina se está desendeudando: la deuda pública es inferior en términos absolutos a los valores pre-crisis.”
“El peso de la deuda es 56 por ciento del PBI a fines de 2007, claramente inferior al 146 por ciento de 2002.”
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