En un contexto en que los datos del comercio exterior suelen ser una mercancía que, en detalle, sólo circula en manos de las consultoras privadas y sus espías, debe destacarse el trabajo, generalmente poco difundido, que con laboriosidad realizan algunas áreas del Ministerio de Economía. Un ejemplo es el Informe Anual de los Complejos Exportadores Provinciales conocido esta semana, puerta de entrada para el conocimiento del desempeño de la economía real de las provincias y, por extensión, de las regiones. El trabajo fue realizado por la Dirección de Información y Análisis Sectorial que depende de la Secretaría de Política Económica.

Como se trata de un análisis anual, lo primero que se observa es un dato conocido: como consecuencia de la crisis internacional, cuyo inicio se hizo evidente en el último trimestre de 2008, las exportaciones argentinas cayeron globalmente el 22 por ciento en 2009. Ese retroceso se produjo luego de que las ventas externas registraran entre 2003 y 2008 una tasa de crecimiento promedio anual del 19 por ciento. Aunque ésta fue elevada y se encuentra por encima de la anotada en las principales economías desarrolladas, es inferior a la de algunos países latinoamericanos. Las exportaciones de Venezuela, por ejemplo, crecieron al 35 por ciento, Chile al 25 y Brasil al 22.

Un segundo indicador es el “grado de apertura” de la economía medido por la relación entre exportaciones y PIB, y que en la Argentina fue el año pasado del 22 por ciento, contra el 36 de Alemania, Venezuela y Chile, el 13 de Brasil y el 8 de Estados Unidos.

Durante el período 2003-2009, entonces, las exportaciones locales crecieron el 85 por ciento en valor, con lo que la suba promedio anual de los ocho años bajo análisis quedó algo por arriba del 10 por ciento.

Dejando de lado los agregados globales y los subibajas de los ciclos anuales, resulta de interés tomar la fotografía de las exportaciones, no por regiones y provincias, como propone la investigación, sino por cada uno de los complejos, lo que permite una radiografía del peso relativo tanto de la agroindustria como del conjunto del “campo” en la generación de divisas “para el país”.

Por lejos y sin novedad, el principal complejo exportador en 2009 fue el oleaginoso que, a pesar del escenario adverso, despachó 14.700 millones de dólares. Bastante atrás siguió, siempre en un año muy malo, el cerealero, con 3907 millones y casi pegado, el ganadero con 3707 millones. Vale destacar que en estos últimos dos complejos, a diferencia del oleaginoso, las exportaciones son sólo la punta del iceberg de las respectivas actividades.

El cuarto complejo exportador de base agraria fue el frutícola, con ventas externas por 1391 millones, seguido de cerca por el forestal, con 908 millones y el vitícola y vitivinícola, con 847 millones. Creciendo en importancia en los últimos años aparece el complejo hortícola, con exportaciones por 560 millones de dólares, el que ya supera a los sectores azucarero (462 millones), tabacalero (376), avícola (292), olivícola (176), miel (160), tealero-yerbatero (111) y algodonero (105 millones).

Sólo como referencia y en orden de importancia, el resto de los complejos “no agrarios” son el petrolero-petroquímico, automotor, minero, siderúrgico, pesquero, alumínico, energía eléctrica y maquinaria agrícola.

Los números muestran que de los 54.693 millones de dólares exportados el año pasado, las actividades agrarias o de base agraria representaron 27.725 millones, casi el 51 por ciento. Y de estos 27.700 millones, 22.300 corresponden a la actividad agropecuaria tradicional con origen casi exclusivo en la Región Centro

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