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Por Alan Cibils *

Ricardo López Murphy, el ultraliberal candidato a presidente, repite frecuentemente que el problema de la deuda se debe a que durante los últimos años hubo un gasto público descontrolado. O sea, la culpa es del Estado que, irresponsablemente, gastó más recursos de los que generaba. Esta visión coincide plenamente con la visión del Fondo Monetario Internacional, expuesta claramente en aquella memorable conferencia de prensa que Anoop Singh brindara desde el Ministerio de Economía, como si fuera el dueño de casa. Singh dijo que para el FMI, “la crisis [argentina] actual tiene sus raíces en errores de política fiscal”.
Que López Murphy y el FMI coincidan en este y otros puntos no es sorprendente. Ambos son exponentes del pensamiento económico ultraliberal, en el que al Estado se le asigna un rol mínimo como garante del cumplimiento de contratos. Lo que sí resulta sorprendente (o no) es que el análisis de López Murphy y del FMI esté equivocado. Si uno examina los datos del gasto público disponibles en la página de Internet del Ministerio de Economía se ve claramente que el problema de la deuda no es el producto de un gasto fiscal descontrolado, sino el resultado del crecimiento desmedido de los intereses de la deuda.
Si bien las cuentas fiscales pasan de un superávit de 2700 millones de pesos en 1993 (1,2 por ciento del PIB) a un déficit pico de 8700 millones de pesos (3,2 del PIB) en 2001, el empeoramiento del balance fiscal no se debe a incrementos del gasto. Esto se observa claramente en los datos del balance fiscal primario (excluyendo el pago de intereses de la deuda), el cual pasa de un superávit de 5600 millones de pesos en 1993 (2,4 por ciento del PIB) a un superávit de 1500 millones de pesos (0,5 del PIB) en 2001.
Es más, esta reducción del superávit fiscal no se debe a un incremento en el gasto público, ya que éste cae del 19,1 por ciento del PIB en 1993 al 18,6 del PIB en 2001. Más bien lo que se produjo fue una caída de ingresos públicos debido a la recesión, que comenzó en el tercer trimestre de 1998. Más importante aún es que la Argentina, golpeada por incrementos en las tasas de interés de su deuda, se vio atrapada en una espiral de endeudamiento, donde los incrementos en las tasas (que los funcionarios argentinos no controlan) hicieron crecer el riesgo país, lo cual llevó a tasas aún más elevadas y mayores pagos de intereses de la deuda, hasta la cesación de pagos.
O sea que de los datos oficiales se desprende claramente que la crisis argentina no fue causada por el gasto público, sino por factores externos como fueron los incrementos de las tasas de interés y del riesgo país. El diagnóstico errado de López Murphy y el FMI sobre el problema de la deuda los lleva a recetar soluciones también erradas. La propuesta de ambos es, otra vez, el ajuste perpetuo.
* Investigador asociado senior en Bs.As.
Center for Economic and Policy Research
Washington, DC.