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La OPEP sin Saddam
Por Fernando Gualdoni *
La Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) se apresta a recibir en su seno a una oveja que estuvo descarriada por más de 10 años: Irak. El peso productor y exportador iraquí es tal que la posición del país será crucial para el futuro del cartel. Fuentes de algunos miembros del cartel temen que la nueva administración de Bagdad, afín a EE.UU., socave las políticas de control de producción del cartel. Con éstas, la OPEP ha logrado, en mayor o menor medida, evitar el desplome de los precios del crudo.
Desde hace más de 10 años, con el fin de la primera guerra del Golfo, los asuntos de la OPEP se resolvían entre 10 países. Irak, el undécimo, estaba excluido de cumplir con las decisiones del cartel debido a que sus exportaciones petroleras estaban en manos de la ONU. Y, añadido a la imposibilidad iraquí de tener las riendas sobre la totalidad de su mayor negocio, estaba el hecho de que dentro de la misma OPEP, el régimen de Bagdad tenía probablemente sus mayores enemigos después de EE.UU. En primer lugar Irán, que había estado enfrentado a Irak en una guerra de ocho años (1980-88), y detrás, pero a la misma altura en desconfianza y rencor hacia el régimen de Saddam Hussein, Kuwait y Arabia Saudita. La tensión entre los iraquíes y sus antiguos enemigos era más que visible y tan fácil era que la chispa se encendiese que los venezolanos, que en 2000 organizaron la segunda cumbre de jefes de Estado de la OPEP, tuvieron más de un problema protocolar para evitar la mínima cercanía entre el ministro iraquí del Petróleo Ahmed Rashid y el príncipe Abdulá de Arabia Saudita, o del jeque Al-Sabah de Kuwait. En la cumbres de la sede de la OPEP en Viena, los ministros de estos mismos países se evitaban.
Ahora, los miembros de la OPEP no tendrán que ver más a un representante de Saddam, sino a uno afín a Occidente. El primero era incómodo, pero no tenía poder; el segundo tendrá capacidad de decisión y puede también resultar bastante molesto. Fuentes del cartel y muchos analistas internacionales se hacen la misma pregunta: ¿Qué pasará cuando la OPEP quiera recortar la producción para impulsar los precios? ¿Apoyará el nuevo Irak estas políticas que en 2000 dieron más de un problema a EE.UU. y sus aliados? Irak, además, será un peso pesado dentro del cartel, por lo que su voto será importante. No es lo mismo ser Qatar, que produce unos 700.000 barriles diarios, que Irak, que puede llegar a los seis millones. Si Bagdad rompe la disciplina de grupo, toda estrategia de la OPEP de recortes de extracción para impulsar los precios puede irse al traste.
La OPEP y Bush, por otra parte, no han tenido una muy buena relación. Cuando la OPEP sacudió a Bill Clinton en su último año con tácticas que encarecieron el precio del crudo de 10 a 30 dólares, George Bush, que era candidato, lo criticó por su “mano blanda”. Fuentes de la OPEP comentaban antes de comenzar la guerra que colaborarían en todo lo que se pudiese para que los precios del crudo no se dispararan por la falta de exportaciones iraquíes. La OPEP no quería convertirse en “un objetivo a abatir” para Washington. Tanto, que la producción de crudo de la OPEP llegó a su nivel más alto desde abril de 2001 y la mundial, impulsada por Rusia, sobrepasó la cifra record de 80 millones de barriles diarios.
Ahora la OPEP quiere reducir su producción para frenar la caída de los precios, la vieja fórmula que le ha reportado los mayores éxitos en sus más de 40 años de historia. Se espera que lo haga a finales de este mes, porque aún Irak no tiene voz ni voto. Para las cumbres de finales de este año o el próximo, en cambio, un nuevo representante iraquí se sentará en la OPEP y con ese “submarino” en la mesa, las probabilidades de que el cartel mantenga el crudo por encima de los 25 dólares son difíciles de imaginar. Si el nuevo Irak en la OPEP es muy afín a Washington, esto puede suponer el principio del fin de la OPEP.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.