MAS SOBRE LA “REPUBLIQUETA SOJERA”
Un solo amor enferma
Los sectores tradicionales del campo criticaron a especialistas que cuestionaron la estrategia de monocultivo. Respuesta de los investigadores.
Por Norma Giarracca
y Miguel Teubal *
La sorpresa de algún medio periodístico porque los académicos nos ocupamos con una perspectiva crítica de los problemas agrarios y agroalimentarios del país nos conduce a realizar algunos comentarios. En efecto, nosotros, entre otros colegas, nos hemos ocupado de comentar en distintos medios de difusión las tendencias hacia la monoproducción sojera y su posible relación con la concentración agraria que los primeros y significativos datos del Censo Nacional Agropecuario del 2002 muestran (véase Cash, 4/5/2003 y Le Monde Diplomatique mayo, 2003). Lo hicimos desde nuestros conocimientos como investigadores con largas trayectorias en estos temas.
Dentro de las ciencias sociales y, especialmente, dentro de la tradición del pensamiento crítico, los problemas del agro, su desarrollo, los comportamientos de sus sujetos ocuparon muchos debates. Motiva esta preocupación el importante papel del sector agrario en la producción y en la generación de la riqueza nacional y, por lo tanto, la posibilidad de que contribuya de diversos modos al bienestar general. Asimismo, porque de tal sector depende la alimentación –y por ende la salud– de la población.
Nuestros análisis críticos se orientan a enfocar la configuración que año tras año van adquiriendo el agro argentino y el sistema agroalimentario, en un contexto de políticas neoliberales en el que los grandes jugadores del mundo se acercaron para ganar plata, y entre ellos los del negocio sojero.
Un artículo periodístico de un “suplemento rural” puso en duda no sólo la relación entre los cambios en la orientación productiva de los últimos años y el deterioro alimentario de las grandes mayorías, sino también el tremendo empobrecimiento de los pueblos del interior del país. Obviamente no hace falta citar la abundante bibliografía o los datos oficiales para demostrar estas situaciones, pues sería una subestimación de la inteligencia y de la sensibilidad de los lectores. Por eso no vale la pena insistir en que cosechas record no equivalen a seguridad alimentaria ni a bienestar de los pueblos rodeados por campos. Nos ocuparemos, en cambio, de insistir en algunos datos que cuestionan la decisión de convertirnos en una “republiqueta sojera”.
La especialización en un cultivo es bastante peligroso, y en la soja transgénica más aún. Peter Rosset, un prestigioso investigador del agro norteamericano, señala que “la soja transgénica es un monstruo fuera de control” y que la especialización en este cultivo es un “suicidio” que puede acabar en el “desastre total para los productores agropecuarios y para las sociedades y ecologías rurales que los rodean”. Asimismo, somete al sistema alimentario a “muchos riesgos potenciales para los consumidores, que no han sido estudiados adecuadamente”.
Si ésta es la perspectiva que se plantean algunos académicos norteamericanos para una potencia agropecuaria como es los Estados Unidos, por qué no suponer que una situación semejante o peor pueda afectar a nuestro agro en donde se viene manifestando, tal como lo indican los datos censales, un fuerte proceso de especialización en soja transgénica y una tendencia hacia la pérdida de la autosuficiencia en la producción de alimentos básicos.
Las “cosechas record” en nuestro país en los últimos años se basaron fundamentalmente en el auge de la producción sojera que se exporta en su casi totalidad, transformándose en nuestro principal producto de exportación. Como contrapartida otros rubros de exportación, por ejemplo la leche, resignan sus posiciones. De este modo, nos hallamos frente a un desabastecimiento interno de este alimento básico. La dependencia de un solo producto de exportación genera una vulnerabilidad externa que no es positiva. En este sentido nos vamos alejando cada vez más de ser aquel “granero del mundo” que exportaba una diversidad de cereales y carnes a la economía mundial, que además eran productos de consumo popular masivo en el orden interno. Creemos que éstas son cuestiones importantes que deben ser debatidas ampliamente porque comprometen en gran medida el futuro de nuestro país. Las ciencias sociales “incomodan”, decía Pierre Bourdieu, porque vienen a decir aquello de lo que no se quiere hablar o se desea ocultar.
* Profesores e investigadores. Universidad de Buenos Aires.