DESECONOMíAS
En estado gaseoso
Por Julio Nudler
Los tests de la economía política se están quedando muy lentos para los tiempos que corren. Saber, por ejemplo, si un país ha salido de una recesión es un parto: exige una espera de tres trimestres. En otras ramas del conocimiento, en cambio, las conclusiones pueden obtenerse con creciente prontitud. Tal el caso de la gastroenterología, según un desarrollo high tech, logrado por científicos ingleses, que permite identificar velozmente diversas infecciones intestinales en base al hediondo gas que despiden los excrementos.
El procedimiento, que quizá puedan adaptar los economistas para descubrir las razones de una caída en el Producto Bruto, consiste en obtener una muestra de excremento del enfermo, introduciéndola en un tubo de vidrio, convenientemente cerrado con un taponcito de goma. El flato llenará rápidamente el recipiente, como hace con el tubo digestivo. Entonces, el laboratorista introducirá a través de la tapa una aguja inteligente, a la cual se adherirán moléculas de la flatulencia. Retirada la aguja y colocada en una máquina especial, en apenas una hora se dispondrá del resultado. Este método puede salvar muchas vidas, sobre todo de niños, deteniendo a tiempo fatales diarreas.
A diferencia de los indicadores económicos, este análisis ha demostrado precisión absoluta en la identificación de una bacteria tan peligrosa como el Clostridium difficile, y un 93 por ciento de exactitud respecto del virus Norwalk, causante de las tan comentadas descomposturas masivas que han puesto su nota discordante en despreocupados cruceros. El cólera y el tifus podrían diagnosticarse del mismo modo algún día.
Según el doctor Christopher Probert, los infectólogos gástricos aspiran a prescindir de los boñigos humanos, inventando un inodoro inteligente (los japoneses están muy avanzados en esta cuestión y ya comercializan algunos modelos) que recoja directamente los gases expulsados por el sedente. Es otro método que también podría ser explorado con provecho por los economistas.