INTERNACIONALES › OTRO FRACASO DE GREENSPAN ANTE LA RECESION
El grado cero de la moneda
El recorte de tasas de la Fed esta semana no surtió ningún efecto, y EE.UU. se puede estar quedando sin herramientas monetarias.
Por Claudio Uriarte
Durante la expansiva década del ‘90, se hablaba de una “dictadura de los banqueros centrales”: eran los años en que Tony Blair, ansioso de mostrar su amistad con los mercados, declaraba la independencia política del Banco de Inglaterra; en que Alemania situaba al Banco Central Europeo como supervigilante de un pacto monetario cuyos integrantes no debían exceder un déficit del tres por ciento de su PBI, y en que Alan Greenspan jugaba a encarnarse como el mago secreto (y no tan secreto) del boom estadounidense, con sus ejercicios de sintonía fina de la tasa de interés. Pero esta semana, la dictadura parece haber caído en pedazos; o mejor dicho: el control de los bancos presuntamente apolíticos sobre la política monetaria de mantiene, pero las distintas medidas que toman parecen carecer de incidencia en la economía real.
La manifestación más hiperbólica del hecho vino de Greenspan y su Reserva Federal. Después de meses de estancamiento recesivo de la economía estadounidense, y habiendo consumado ya 11 minirrecortes de 0,25 por ciento de la tasa de interés sin efectos visibles, Greenspan y el Comité del Mercado Abierto de la Fed ordenaron el miércoles un recorte de medio punto. Con eso la tasa quedó en 1,25 por ciento, lo que implica el costo del dinero más bajo desde 1961, cuando John F. Kennedy estaba en la presidencia. Luego de insistir por meses que la recuperación económica estadounidense estaba en marcha –o ya se había producido–, la decisión del miércoles sugirió que la Fed estaba en pánico; peor aún, que estaba quedándose desprovista de herramientas de control de la economía, y que la situación norteamericana podría asomarse a un desenlace japonés, donde la tasa de interés del Banco de Japón es 0,1 por ciento y la economía, luego de una larga década, está enterrada en la deflación. De hecho, en Estados Unidos es posible comprar un automóvil con créditos de interés cero e incluso este rubro de consumo está en declive, junto con los registros cada vez más deprimentes de confianza de los consumidores. Viniendo de unas elecciones en que el partido de George W. Bush conquistó el dominio de las dos cámaras del Congreso, la decisión de la Fed debería haber causado varios días de fiesta en Wall Street, pero eso no ocurrió, y la bolsa cerró el viernes con bajas en sus tres indicadores principales.
En el caso de Europa, Wim Duisenberg eligió mantener intacta la tasa de interés de su Banco Central, en un 3,25 por ciento, aunque admitiendo por lo bajo que podría rebajarla en un futuro. Esta fue también la semana en que Alemania, ex locomotora económica de la Unión Europea, registró el desempleo más alto de los últimos cinco años, mientras siguen las presiones de Berlín y de París para exceder el 3 por ciento de déficit del pacto de estabilidad, y muchos piensan que la solución de rebaja de tasas que no funciona en Estados Unidos sí podría funcionar en Europa, y quizás sea la única capaz de reactivar el crecimiento. Pero los hechos de esta semana sugieren que es el turno de que los gobiernos actúen, y que el rol de los bancos centrales está pasando a un segundo plano.