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Lunes, 9 de diciembre de 2002

BUENA MONEDA

Tumberos

 Por Alfredo Zaiat

La pelea Pignanelli versus Lavagna tiene condimentos para todos los gustos menos para uno. Aunque las apariencias puedan engañar, aspectos ideológicos no son motivos para el combate entre esos dos contendientes. Celos por figuración, ambición de poder, intereses materiales, espacios de poder explican la guerra, que según el conflicto en cuestión cada uno participa del juego del opuesto. La posición de uno se contrapone a la del otro sin ninguna lógica coherente. Aquí van algunos ejemplos:
1. Pignanelli tuvo una participación destacada en asistir a la banca pública durante la corrida de depósitos, convencido de la necesidad de fortalecer a esas entidades. En cambio, Lavagna en un gesto de obsecuencia a los deseos de los técnicos del FMI, propone la apertura al capital privado de los bancos públicos y la restricción a la expansión de esas entidades, propuesta que resulta funcional a los intereses de la banca extranjera.
2. Lavagna acordó con la banca nacional permitir la cancelación de redescuentos con préstamos garantizados, lo que mejoraría sustancialmente el balance de esas entidades. Pignanelli, por su parte, se opone a ese mecanismo trabando desde hace dos meses su instrumentación, en línea con el pensamiento del Fondo Monetario y respondiendo a la resistencia a esa operación de la banca extranjera.
3. Pignanelli había dado la orden de transferir dólares de las reservas para realizar el pago al Banco Mundial el pasado 14 de noviembre, informando a consultores y banqueros que Argentina cumpliría con ese compromiso. Lavagna ordenó no pagar y repite hasta el cansancio que no abonará ninguna cuota que venza hasta lograr un acuerdo con el FMI, estrategia a la que se opone el presidente del Banco Central.
4. Lavagna resiste la redolarización de depósitos y la entrega de un bono compulsivo a los ahorristas a partir de un fallo de la Corte Suprema. Sin embargo, impulsó el canje I y II de plazos fijos reprogramados por Boden, que, si bien se trata de una transacción voluntaria, implica redolarizar una deuda pública que había sido pesificada y, por lo tanto, una mayor carga futura para las finanzas públicas. Pignanelli, a su vez, define una política más directa: redolarización, aspiración de la línea de economistas menemistas, y bono compulsivo, deseo de la banca extranjera.
5. Pignanelli alentó hace varios meses la apertura del corralito, tal como lo pedía el FMI, medida que fue impugnada una y otra vez por el Ministerio de Economía. Hace una semana, Lavagna decidió terminar con las restricciones al movimiento de las cuentas transaccionales sin consultar al Banco Central, buscando quedar como el artífice de enterrar el engendro financiero creado por Domingo Cavallo. ¿Esa demora no significó una extensión innecesaria de trabas para alentar la recuperación económica?
6. Lavagna impulsó la devolución de 7000 o 10.000 pesos más CER, según los bancos, de depósitos reprogramados, y pretende ampliar esa liberación de dinero del corralón a 20.000 pesos, medida que alentaría una más rápida normalización financiera y una mejora de las condiciones para salir de la recesión. El titular del BCRA, en cambio, se opone a esa estrategia de expansión alegando temor por una eventual presión cambiaria.
7. Pignanelli definió una reestructuración del sistema financiero privilegiando lo que se denomina bancos de nichos, o sea entregar las entidades abandonadas por los extranjeros a los banqueros de capital nacional dueños de pequeñas entidades que también controlan bancos provinciales. Lavagna, por su parte, frenó esa política al definir que las entidades suspendidas deben ser licitadas en subasta pública, con el objetivo de imprimir transparencia a la venta de bancos.
8. Lavagna apuró una serie de medidas de control de cambio y de capitales para incrementar el nivel de reservas, vía similar a la de Malasia para superar la crisis de 1997. El propio Pignanelli, cuando era vicepresidente del Banco Central y su jefe era Mario Blejer, empujó la opción malaya al tiempo que se complicaba la negociación con el FMI. Ahora, en el juego delos opuestos, Pignanelli asesorado por su economista jefe y hombre del CEMA, Alejandro Henke, reniega de los controles y sostiene que hay que eliminarlos lo más rápido posible, haciéndose eco de uno de los reclamos del FMI.
Si esta enumeración de posiciones contrapuesta confunde, para encontrar cierta lógica a esa pelea hay que pensar en la serie televisiva “Tumberos”. E imaginarse a los dos protagonistas de este culebrón como los personajes Willy y El Seco de la obra de Adrián Caetano.

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