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Domingo, 21 de mayo de 2006

E-CASH DE LECTORES

Greenpeace

Hace pocos días Patrick Moore, fundador de Greenpeace, manifestó: “Treinta años después, mis puntos de vista han cambiado, y el resto del movimiento ecologista necesita actualizar sus suposiciones también, ya que la energía nuclear debería ser exactamente el recurso energético que puede salvar nuestro planeta de otro posible desastre: el catastrófico cambio climático”. Esta definición categórica da por tierra el fundamento mismo de la creación de Greenpeace. Muchas veces se asocia a esta institución rentada ambientalista con el ecologismo, cosa verdaderamente diferente, tanto en lo metodológico como en lo ideológico, toda vez que el ambientalismo no cuestiona la brecha sociedad-naturaleza, ni la causa del deterioro ambiental que es el mismo modo de producción capitalista. No se explica si no por qué nunca ha podido revertir tan sólo dos de sus importantes campañas vinculadas a las ballenas y las focas bebés. Esto es porque precisamente actúan con efectos mediáticos sobre las consecuencias y no las causas. Greenpeace, en tantos años de supuestas luchas, no sólo no ha logrado cambiar nada, sino que nunca se ha pronunciado por el modo de producción capitalista, que es el responsable del deterioro ecológico. Y esto no es casual. Se suben a caballo de las luchas populares y las monopolizan ante la opinión pública. No construyen socialmente, no trabajan en red. El personalismo mediático es su bandera. Es claro que estos mercaderes del ambientalismo no cuestionan –excusándose en que no son temas ecológicos– la pobreza, la injusticia, la exclusión, en suma: las causas principales, la fuente de todo daño. Cobran cuota social, atentan contra el trabajo comunitario porque quienes pagan esa cuota se desligan de poner el cuerpo en la lucha contra el modelo. Sus líderes son asalariados. Nosotros decimos que no se cobra cuota ni salarios en la militancia por la vida. En la cumbre de los presidentes en Viena aparece como efecto mediático la Reina del Carnaval de Gualeguaychú portando un cartel de Greenpeace. Ella misma señala que fue contactada hace 15 días por la organización. Sin embargo, para el mundo quedó como una militante de paz-verde dejando en segundo plano a los verdaderos actores de esta gesta, que son los pobladores de Entre Ríos que hace varios años vienen luchando por el tema de las pasteras. A lo mejor, la comunidad comienza a darse cuenta de que, a la larga, estos farsantes se blanquean como lo hizo su fundador, y comprende que no se necesitan actitudes mesiánicas ni líderes especialistas que interpreten la realidad. Lo que necesitamos, como dijo el filósofo, es transformarla, y eso sólo se logra con la participación de todos, porque a todos nos afecta la contaminación y la pobreza.

Antonio Miglianelli
Ecólogo Social
Neuquén
www.ecologiasocialnqn.org.ar
[email protected]

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