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“La inflación se está comiendo una parte importante de los salarios, que ya estaban rezagados. No tanto en el Estado, en el que se gana mucho más que en el sector privado. El sector privado quizá pueda empezar a recomponer sueldos a partir de abril. El problema es que no se vende nada. Encima no hay crédito, con lo que la gente no puede gastar. En los sectores que están teniendo demanda, como zapatillas o textiles, que están comenzando a exportar, las empresas quizá comiencen a recomponer salarios. Pero es cierto que el mercado laboral no juega a favor de un aumento. Es de esperar que no haya quien piense en bajarlos. Es cierto que así quedamos encerrados en un círculo vicioso del que es difícil salir. El ideal sería que la gente gane bien para que consuma. El problema es que con esta incertidumbre la gente que puede consumir tampoco lo hace porque teme que las cosas empeoren. Por eso las empresas cada vez venden menos. Calculo que la caída de ventas en volumen va a superar el 8 por ciento. Lamentablemente las devaluaciones sirven para bajar los salarios. Por eso no entiendo por qué los sindicalistas la pedían. Un aumento de salarios alimentaría la inflación porque para hacerlo hay que emitir más dinero y cuanto más billetes hay en el mercado más aumentan las cosas. Por eso el ideal sería esperar un poco para comenzar a reacomodar los ingresos de la gente”.