La gente va a explotar
”Creo que algo maravilloso que nos ocurrió es que nos quitaron la droga: la llegada de capital –se congratula O’Connell–. Estamos con síndrome de abstinencia, y esto es bueno.” Esta sequía de capital obliga a encarar otras formas de política económica. En segundo lugar, siente preocupación por la democracia. Incluso en países exitosos como Chile, hay rechazo hacia ella. “O asumimos la tarea de diseñar una nueva fórmula política, económica y social para construir nuestros países, o la va a asumir la derecha”, advierte. “Este es nuestro gran imperativo. O rompemos este lecho de Procusto en el que nos metieron, o la crisis se agravará, retornándonos a regímenes autoritarios”, presagia. “Debemos construir otro consenso, creíble, no demagógico, pero que nos saque de esta parálisis -exhorta–. Cuando yo era chico se decía que la naturaleza tiene horror al vacío, y mi nueva formulación de esto es que las sociedades tienen horror a las cárceles, a los `esto no se puede hacer porque rompe el equilibrio macroeconómico equis’. La gente un día va a explotar. Mi gran pecado es haber sido el inventor de la carrera de economía” (ésta comenzó a dictarse en 1959 en la UBA).