› Por Alejandro Vanoli *
Recordar a Aldo Ferrer podría ser un largo camino por su trayectoria nacional e internacional, como ministro de Economía y otros cargos, como docente que coronó como Profesor emérito de la UBA, autor de tantas publicaciones difundidas en más de 50 idiomas, su trayectoria docente o su prolífica tarea en el Grupo Fénix, su acompañamiento final a la Convocatoria Económica y Social por la Argentina para citar solo una pequeña parte de su vastísima labor.
También podría narrar un interminable anecdotario de vivencias compartidas, charlas, su pasión por el tango y la milonga, su desafío a ríos y mares hasta hace muy poco tiempo, su palabra clara y firme, su pasión por la política, la historia y la economía política.
Pero por fuera de lamentar en lo político, lo profesional y lo humano esta pérdida, en estos tiempos donde la luz de su pensamiento se tornaba tan necesaria, creo importante recordarlo, continuando, profundizando y amplificando su visión sobre la Argentina.
Hace pocas semanas hizo pública su opinión en Página/12 sobre el tema de los fondos buitre y su visión de que negociar de apuro y con miedo no solo beneficiaba a los buitres, sino que desviaba del eje fundamental: priorizar el desarrollo con equidad. Ferrer dijo claramente que el preacuerdo que hoy discute el Congreso Nacional era inconveniente para el país porque genera una subordinación a los centros financieros internacionales y compromete el futuro del país con una dinámica de endeudamiento que provocará de ser aprobado este convenio en el futuro, graves consecuencias para el país como durante la dictadura y los años 90.
Quienes conocimos a Aldo sabemos de sus nítidas posiciones sobre la necesidad de un desarrollo integrado, con un Estado presente y activo que fije reglas claras al sector privado, con una economía al servicio de la producción y el trabajo. Movilizando los recursos nacionales, nuestros recursos y no los ajenos para incrementar lo que denominó como densidad nacional.
Todo ello está en las antípodas de la liberalización comercial y financiera, la desarticulación del Estado, políticas regresivas en la distribución del ingreso, la desarticulación de programas científicos y tecnológicos, que está llevando a cabo este Gobierno desde el 10 de diciembre.
Su pensamiento siempre fue crítico, recogiendo el espíritu de las políticas llevadas a cabo entre 2003 y 2015 y formulando las insuficiencias. Para Aldo el camino era profundizar el rumbo y hacer las necesarias correcciones, pero jamás restaurar el orden neoliberal.
Por eso todos debemos continuar batallando por las ideas de Aldo, para que el pueblo exija que la oposición se mantenga unida y no sea permeable a los cantos de sirena ni al chantaje de la billetera, para ceder a las presiones de los centros financieros internacionales y sus representantes locales.
Tenemos que tomar la posta de Aldo para que el pueblo sepa de qué se trata y hagamos realidad el país para el que él trabajó y soñó.
* Economista, miembro del Plan Fénix y ex presidente del Banco Central.
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