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Viernes, 4 de septiembre de 2015

CULTURA › ESTELA DE CARLOTTO HABLO EN LA 17ª BIENAL DO LIVRO DE RIO DE JANEIRO

“Tenemos que dejar marcada la historia”

La presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo repasó los 38 años de lucha de la institución ante un público carioca al borde de las lágrimas. “Más temprano que tarde conseguiremos la Patria Grande y esa frase que ya es historia en el mundo: ‘Nunca más’”, dijo.

 Por Silvina Friera

Desde Río de Janeiro

Caminar por el mundo con la bandera de la memoria, la verdad y la justicia no es fácil. “Yo fui a ver a un militar cuando Laura fue secuestrada a fines del 77 para pedirle que no la maten. Que si había cometido un delito, la juzgaran con la ley. (Reynaldo) Bignone, el último presidente de facto, se puso como loco y, con un revólver en el escritorio, me dijo que los mataban a todos. Si la mataron, quiero que me devuelvan el cuerpo. Me entregaron el cuerpo y pregunté por el niño y lo negaron. Retiré el cuerpo y a seguir luchando.” Estela de Carlotto habla en la Bienal Internacional del Libro de Río de Janeiro, donde la Argentina es el país invitado de honor, y el público carioca la escucha emocionado hasta las lágrimas. “Brasil fue el primer país que se solidarizó con las Abuelas de Plaza de Mayo. Vinimos por primera vez a San Pablo en 1980, cuando había venido el Papa, para darle un dossier de la búsqueda de nuestros hijos y nuestros nietos, que la gran mayoría nacieron en centros clandestinos de detención. Aquí nos comprendieron y nos enseñaron a caminar. No teníamos una práctica de salir del país y movilizarnos”, recuerda Carlotto, acompañada por Nadine Borges, presidenta de la Comisión de la Verdad de Río; Magdalena Faillace, directora de Asuntos Culturales de la cancillería argentina; y Luis María Kreckler, embajador argentino en Brasil.

Carlotto repasa los 38 años de lucha condensando la intensidad de un itinerario en el que el miedo se siente menos por “la necesidad de respuestas y de seguir caminando”. Nunca pierde la calma, ni cuando relata episodios de un dramatismo extremo que le ponen la piel de gallina a más de uno. “Cuando nos tocó esperar que una hija o hijo no volviera fue cuando nuestra cabeza se acomodó en una realidad total, esa cosa de maternidad de entraña hizo que dijéramos ‘yo no me quedo quieta’. Teníamos miedo, estábamos solas, no sabíamos qué hacer, sólo fuimos a golpear puertas. Primero hablamos con la Iglesia, después nos enteramos que la cúpula de la Iglesia fue cómplice”, enumera la presidenta de Abuelas, y luego explica las distintas estrategias que fueron adoptando según los tiempos políticos y las edades que iban teniendo los nietos, desde realizar pesquisas casi detectivescas, muy al comienzo, a la creación del Banco Nacional de Datos Genéticos y movimientos recientes como Teatro por la Identidad, Música por la Identidad o Danza por la Identidad.

Después de 117 nietos recuperados, Carlotto no baja los brazos. “Cuando cumplí 80 años, dije: ‘No quiero morir sin abrazarme con mi nieto’”, cuenta y aclara que el Estado tiene la obligación de resolver y reparar, pero que muchas abuelas se murieron sin poder encontrar a sus nietos. “‘Estela, ¿qué harías si te encontrás con el que mató a tu hija en la calle?’, me suelen preguntar. Lo miraría con desprecio porque ha perdido la humanidad, pero no tengo odio: quiero que lo juzguen y lo condenen”, continúa Carlotto. Y enseguida revela sus sentimientos al encontrar a su nieto, el 5 de agosto de 2015: “Fue como encontrarme con la luz de un chico músico que sin saber que era hijo de desaparecidos escribió una pieza musical sobre la memoria”, cuenta sobre Guido Ignacio Montoya Carlotto, el nieto recuperado 114.

“Hay gente apátrida que pide volver al pasado y que quiere que salgan de la cárcel los militares que están siendo juzgados y condenados. O dicen ‘basta de hablar de la dictadura’ los que se están candidateando para dirigir el país”, cuestiona la presidenta de Abuelas. “La juventud en la Argentina está de pie e informada, deseosa de participar de los procesos políticos del país. A muchos les molesta porque no quieren esa efervescencia en los jóvenes”, agrega Carlotto y precisa el avance en los juicios orales a los represores. “(Jorge Rafael) Videla, que ya no vive, fue juzgado y condenado a 50 años de cárcel. Ellos no hablan, no se confiesan, no se arrepienten; incluso dicen que volverían a hacer lo que hicieron. Son viejos peligrosos, no hay que tenerles lástima”, plantea la presidenta de Abuelas y menciona hitos de “la década ganada”, los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández, como la anulación de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final en 2003, y cuando Kirchner descolgó los cuadros de los genocidas Videla y Bignone del Colegio Militar en 2004. “Los lugares de tortura y muerte están hoy transformados en lugares de memoria, no son espacios de dolor y llanto, sino de vida, de información, de lucha y de cultura, porque tenemos que dejar marcada la historia de lo que pasó de una manera clara y accesible”, reflexiona Estela.  

“El trabajo de las Abuelas nos da la seguridad de que estamos en el camino correcto”, afirma Borges y celebra que “una mujer que fue detenida y torturada se transformó en la presidenta de un país”, en clara alusión por Dilma Rousseff, que estuvo detenida entre 1970 y 1973 durante la dictadura militar brasileña (1964-1985). La abogada y militante por los derechos humanos comparte su experiencia en la Plaza de Mayo cuando escuchó que en boca de una nena de 5 años una explicación imposible de olvidar: “Las mujeres están caminando porque los militares les robaron a sus bebés”. No hay que olvidar, como apunta Borges, que Brasil fue el último país que acabó con la esclavitud en el mundo y que tuvo 21 años de dictadura. “Hay que revisar la Ley de Amnistía, no podemos quedarnos con esa deuda histórica ni podemos permitir que la policía y las fuerzas de seguridad sigan ejecutando a negros y a pobres.”

Estela y las Abuelas siguen de pie. “Por suerte hay un despertar muy grande, no sólo en la Argentina, en toda Latinoamérica; creo que nos hemos dado las manos, nos hemos ayudado, para no ocultar la historia, sino contarla y enseñarla. Más temprano que tarde conseguiremos la Patria Grande y esa frase que ya es historia en el mundo: ‘Nunca más’.”

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Faillace, Borges y Kreckler acompañaron a Carlotto en la Bienal del Libro.
Imagen: Gentileza Marcelo Lopes
 
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