Sábado, 5 de agosto de 2006 | Hoy
CINE › “OPERACION MASACRE”, MAÑANA CON PAGINA/12
El film de Jorge Cedrón, basado en el libro de Rodolfo Walsh, recrea los fusilamientos de José León Suárez y, visto hoy, refleja las opciones políticas de la militancia de los ’70.
Por Luciano Monteagudo
“Cuando apareció Cedrón, no le creí. Y cuando me pidió que empezara a escribir el guión, tampoco le creí. Y cuando me dijo que el lunes empezaba a filmar, seguía sin creerle. No le creía, hasta que la vi hecha.” Estas palabras de Rodolfo Walsh, de un reportaje de la época, recogidas en el libro El cine quema, de Fernando Martín Peña, dan cuenta de la dificultad que suponía en los primeros años de la década del ’70 llevar al cine un libro como Operación Masacre. Eran los tiempos de la dictadura militar de Roberto Marcelo Levingston y Alejandro Agustín Lanusse (que habían sucedido a Juan Carlos Onganía en su macabra “Revolución Argentina”) y una película basada en el magistral libro de Walsh, que sacaba a la luz pública los fusilamientos obreros de junio de 1956 ordenados por la “revolución” militar anterior –la Libertadora– parecía impensable.
Hacía tiempo, sin embargo, que Jorge Cedrón venía rumiando la idea de llevar al cine la novela de Walsh. Y no era el único, por cierto. El proyecto circuló de boca en boca por varios directores –incluso Leopoldo Torre Nilsson– pero como decía el propio Walsh “no había gente que se animara a hacerla”. Salvo Cedrón. Su obra, hasta ese momento, no lo relacionaba necesariamente con el cine político o militante. Había dirigido un par de cortos de cineclub, frecuentaba el legendario Instituto Di Tella y fue parte de la experiencia de The Players vs. Angeles Caídos (1969), de Alberto Fischerman, un film clave en el marco de las vanguardias estéticas de aquella época. Su primer largo, El habilitado (1970), escrito en colaboración con Miguel Briante, no escondía su intención crítica hacia una clase media corroída por pequeñas miserias cotidianas, pero tampoco podía considerarse un film político en sentido estricto. Y, sin embargo, Cedrón sentía que el libro de Walsh lo tocaba de manera muy personal y que embarcarse en ese proyecto difícil y riesgoso era una forma de comprometerse políticamente en una instancia particularmente crítica de la Argentina.
“El propósito de hacer Operación Masacre fue, primero, entender yo mismo qué era el peronismo y luego entender en profundidad el significado del movimiento y de la lucha de clases”, confesaba Cedrón. “Todo el grupo de actores y técnicos participó de la investigación previa. Esa tarea se convirtió, así, en la interpretación de un hecho político. Entre todos, incluso con los que no eran peronistas, llegamos a una conclusión general. Lo que en realidad había sucedido era, fundamentalmente, una lucha entre pobres y ricos. No es casual que los fusilados hayan sido obreros ni es casual que los hayan fusilado en un basural. Ahí lo que se planteó fue una zona muy álgida de la lucha de clases. Eso es claro, y a partir de ahí fuimos encontrando el hilo político de la película.”
La estructura formal responde, a su vez, a la fusión de documento y técnicas de ficción que ya estaba en el libro de Walsh. Concebido, rodado y estrenado incluso en la clandestinidad (siguiendo el ejemplo de La hora de los hornos y otros films del grupo Cine Liberación), Operación Masacre impresiona hoy, a más de tres décadas de su realización, por la presencia determinante de Julio Troxler, un militante peronista que sobrevivió milagrosamente a los fusilamientos de José León Suárez y terminó asesinado en 1974 por la Triple A de López Rega, apenas dos años después de haber concluido el rodaje de la película. Mezclado en un elenco integrado por grandes nombres del cine y el teatro argentino de entonces –Carlos Carella, Norma Aleandro, Víctor Laplace, Ana María Picchio, José María Gutiérrez, entre muchos otros– la figura de Troxler le aporta al film un impresionante grado de verdad.
Como actor, narrador y testigo a la vez, Troxler es el eje moral del film, aquel que se levanta de entre los muertos del basural para contar la historia de la represión al pueblo peronista. Y para señalarle a la generación que le sigue el camino de la lucha. Que en ese momento no parecía ser otro que el de la lucha armada. De esa encrucijada de la historia también habla, hoy, Operación Masacre.
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