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Viernes, 31 de diciembre de 2004

TEVé

Haya Paz

Una madre que cría a su hijo sola, que resigna el juego porque “ahora estoy trabajando” y delega en el abuelo la representación masculina es, en líneas muy generales, una de las saludables innovaciones en dibujos animados para niños que, por fin, se asoman a la televisión sintiéndose incluidos. Al fin y al cabo, una madre sola y con mucho trabajo es tanto más frecuente que otra que, por ejemplo, recibe medallas por su blanco más blanco.

 Por Luciana Peker

No puedo, ahora estoy trabajando”, es una de las frases que más rutinariamente les tienen que decir las madres que trabajan a sus hijos que las demandan. No poder estar con los hijos s-i-e-m-p-r-e para poder trabajar es uno de los cambios más emblemáticos del mundo desde el siglo XX. Pero es uno de esos cambios que no se leen en un manual, sino que laten –siguen latiendo– en las idas y venidas cotidianas de las casas en donde las mamás no son ni superpoderosas ni están superdisponibles.
Sin embargo, en la tele abierta mayoritariamente las mamás siguen haciendo suspirar a sus hijos por derrochar mayonesa en la ensalada rusa, por ganar medallas en el rasqueteado sinfín de los talones de las medias, o por adivinar con poderes astrales por dónde va a gatear el bebé para gatear poniendo lavandina. Y en los programas específicamente dedicados a los chicos, la televisión admite casi exclusivamente a egresadas del master de sex bomb, con títulos en cómo ser rubias, con colágeno y –obvio– siliconas (ojo, eh, y al mismo tiempo hablarle a un muñeco de conejo).
Solamente la imagen de las conductoras diluye cualquier sueño de que la pantalla promueva una nueva imagen femenina. Mientras que los modelos sexys de Panam, Caramelito, la versión Barbie local de Floricienta se ofrecen para las nenas, el payaso simplón de Piñón Fijo (con su canción “hoy no te acerques a mamá, yo sé lo que te digo”) vuelve con el hit de la madre histérica en vez de la comprensión a la mujer sobrepasada y la lucha violenta de los Power Ranger, las Tortugas Ninja o Max Steel se destinan a los varones, en una oferta casi casi sin elección porque la tele impone a sus figuras infantiles como dioses modernos que generan una fiebre huracanada difícil de frenar.
Sin embargo, a veces –y aunque sean las menos de las veces– la televisión ofrece otra vida, nuevas vidas, incluso parecidas a las vidas reales. “Ahora no puedo, estoy trabajando”, le dice Mami –una muy dulce e inteligente mamá pingüina– a su hijito Paz sentada en su escritorio de arquitecta cuando tiene que terminar de dibujar unos planos. Paz se ofusca y baja la cabeza, se lamenta y se siente perdido hasta que encuentra otras cosas –juntar flores, andar en monopatín, hacer una carrera de autos con una caja, tocar la batería con unas cacerolas, por ejemplo, entre otras de las actividades que le gustan hacer– para entretenerse solito, por un rato. Otro día, Mami no puede encontrar una idea para su maqueta y es ella la que está frustrada. Paz la ve preocupada y le ofrece ayudarla. Entre los dos juegan a construir la casa que ella tiene que planear de verdad y a Mami el recreo compartido la ayuda a terminar de encontrar una idea para construir su maqueta.
Laura Brown, psicóloga infantil y directora de contenidos de la serie Paz, subraya: “Lo más importante de Mami es que es una madre que trabaja y que se esfuerza por equilibrar las exigencias de su trabajo y de la maternidad. Ella y su hijo enfrentan los desafíos de todas las madres que trabajan, como cuando ella tiene que viajar o necesita trabajar cuando él quiere jugar. Así, Mami está tratando los muchos temas que afectan a las madres modernas y a sus hijos”. No es la única mujer dibujada que tiene vida más allá del hogar. La mamá de Caillou –un nene de cuatro años que vive las aventuras de su edad– también. El llora y patalea cuando su mamá lo saluda con un maletín para irse a trabajar y lo deja al cuidado de una baby sitter, pero a la vuelta Caillou le muestra orgulloso un collage que hizo cuando ella no estuvo. Mientras que en otro capítulo –emitido por Discovery Kids, el canal de cable infantil dedicado a los más chiquitos, donde están Barney, los Teletubbies, Plaza Sésamo y Jey Jey el avioncito, entre otros– la mamá tiene que trabajar hasta muy tarde en la noche. Y ese día es el papá el que hace la cena, les lava los dientes, los acuesta y les lee un cuento (claro que Caillou le va contando al papá todos los secretos para que su hermanita de dos años coma o cuál es el cuento que les gusta, porque el papá está un poco desorientado).
Es que, en realidad, no se trata sólo de que la televisión muestre ideales que ni siquiera se cumplen en la práctica, sino de que, al menos, la televisión tenga modelos femeninos y masculinos con matices. En fin, que si la televisión no puede funcionar como promotora de una mayor equidad de género –y ojo que algunos de estos dibujitos realmente lo hacen–, al menos no atrase. Y mucho más teniendo en cuenta la penetración de la televisión en la educación de los chicos. “Tenemos que saber que un niño sentado pasivamente frente al televisor y solo tiende a padecer un estado ‘hipnoide’ de sugestión –cercano a la hipnosis– que facilita la penetración de ideas, órdenes y mandatos”, enmarca la psicóloga de chicos Diana Liniado.
En Discovery Kids también está Bob el constructor, un obrero que arregla y construye todo tipo de cosas y convive con sus máquinas (mezcladoras, grúas y tractores), junto a su amiga Wendy, quien también arregla, martilla, dirige a las máquinas y tiene un cinturón cargado con herramientas. Es cierto que Wendy prefiere lucir su pelo y sus aritos a ponerse un casco y que el protagonista es él, pero también Wendy enseña a las chicas –por el simple encendido del control remoto– que para alisar un camino, reparar un techo o clavar un clavito no se necesita esperar nada de nadie.
Mientras en Disney Channel resalta Kim Possible, una heroína adolescente a la que le gusta comprar ropa de última moda, pero también salvar al mundo (un mix entre frivolidad e ideales). Ella tiene cualidades tradicionalmente asignadas como femeninas –la sensibilidad– y también virtudes que antes eran atribuidas sólo a los varones: es audaz, inteligente y valiente. Además, sus aventuras comenzaron con una ambiciosa proclama en Internet –que es en sí misma una toma de postura–: “Puedo hacer de todo”.
Pero es cierto que, en la mayoría de los casos, la belleza es –sigue siendo– un requisito indispensable para que una chica o una nena aparezca en pantalla. Sin embargo, ahora también se puede ver en la programación de Cartoon Network la versión dibujada de la telenovela Betty la fea. Una inclusión de las excluidas por la fealdad –o la no belleza imperante– que parece un paso positivo. Aunque es bueno ver los agujeros negros de este nuevo camino. El crítico de televisión Julián Gorodischer escribió: “Betty Toons es la derivación del modelo de la nerd más famosa de MTV,sólo que aquí no se genera cofradía ni resistencia, y se concibe lafealdad como destino y no como vocación. Si Daria intelectualiza sucondición y reconvierte al freak en ‘cool’, cuidando la construcción delantilook como reacción al modelo de la ‘rubia tarada’ (su hermana), la Bettyniña pretende para sí el reconocimiento de mejor alumna, el traspaso almundo de los lindos y hasta la palmada del amo (Armando), de quien se enamora”.
Lo interesante es que además de mostrar otra femineidad, también hay en los dibujos otros lazos de familia. El mejor ejemplo es Paz, que tiene mamá pero no papá (no se sabe si Mami es viuda, separada, madre sola por opción, lesbiana o qué, pero sí que es ella y nadie más la que cuida, educa y protege a su hijo), y la figura masculina –que no convive con Paz pero sí va a buscarlo para vivir divertidas aventuras– es su abuelo. No es casual. Brown explica: “El papá no aparece porque en la actualidad existen muchas clases de familias. El mundo de Paz refleja la diversidad que es común en la vida y éste es un intento de mostrar cómo son las familias de verdad”.
El último esbozo de cambio acaba de llegar al cine de la mano -larguíuííííííísima– de Elastigirl, el personaje femenino de Los Increíbles –que tiene su lugar por derecho propio y no por ser “la esposa de...”– que le enseña a su marido –Mr. Increíble– que Superman –toda una definición– ya no existe. En el momento en que toda la familia es rescatada por la hija adolescente –Violeta–, Mr. Increíble se lamenta: “Ya no soy lo suficientemente fuerte” –la aceptación de la vulnerabilidad de un posmohéroe moderno–. Elastigirl (sí, también toda una definición) le contesta: “Si trabajamos en equipo no lo tienes que ser”. Superhéroes con lazos familiares democráticos y equitativos. Algo es algo.

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