Viernes, 28 de septiembre de 2007 | Hoy
MEMORIA
Este año se cumple el 30º aniversario desde que Abuelas de Plaza de Mayo se formó como tal y comenzó el largo camino de la restitución de la identidad de los niños y niñas apropiados durante la última dictadura militar. A ese trabajo inédito se sumaron en estas tres décadas otras tareas como el Centro de Atención por el derecho a la Identidad —abierto a la comunidad pero centrado en la problemática que se abre a partir de Abuelas, dirigido por Alicia Lo Giúdice— y diversas investigaciones como Maternidades Clandestinas, que intenta reconstruir la historia particular de cada embarazada en cautiverio.
Por Laura Rosso
Maternidades Clandestinas es una investigación realizada por la filial de la ciudad de La Plata de Abuelas de Plaza de Mayo. El trabajo reconstruye historias, rutas y relatos de mujeres embarazadas detenidas desaparecidas en los Centros Clandestinos de Detención de la provincia de Buenos Aires. Emanuel Lovelli y Vanina Wiman son dos de los cuatro integrantes del equipo que, desde el 2003, investigan estos circuitos represivos para sumar datos, testimonios e información que ayude a sistematizar el funcionamiento y la vinculación de estos centros en la logística de terror de la dictadura. Cuenta Wiman: “En la provincia de Buenos Aires hay una sistematización importante en cuanto al funcionamiento de los centros. Surge entonces la necesidad de no tomar los datos en forma aislada sino de cruzarlos para poder reconstruir, a partir de cada mujer embarazada, quiénes tuvieron contacto con cada una de ellas y quiénes pudieron estar involucrados en la apropiación de sus bebés. Hay mucha gente que está trabajando en lo mismo pero la información está más que dispersa. Nos proponemos juntarla, cruzarla y cotejarla con el objetivo máximo de lograr reconstruir puntualmente la historia de cada una de las mujeres embarazadas que haya pasado por algún centro clandestino, hayan sido liberadas o no, hayan dado a luz o no.”
El concepto “maternidades clandestinas” da cuenta de la concepción que el poder represivo tenía de estas mujeres en cuanto a poder “capitalizar” el hecho de secuestrar embarazadas. Emanuel Lovelli, abogado de Abuelas, lo resume así: “La cuestión de los militantes estuvo bastante estudiada por parte de la dictadura en cuanto a llevar a cabo un plan de encierro y tortura para que los militantes políticos no pudieran oponerse al plan económico que iba a pergeñar la dictadura. En el marco de ese plan les surgió la cuestión de los chicos. Se encontraron con militantes que eran mujeres y estaban embarazadas. Así nacen las maternidades clandestinas, lugares que estaban preparados para atender embarazadas y que fueron utilizados (como el hospital de la cárcel de Olmos) y otros lugares que no estaban preparados y los usaron igual, como la Brigada de Investigación de Banfield, donde hubo una cantidad impresionante de partos. Ahí queda demostrada la sistematicidad de su plan y el hecho de que subestimaron la subjetividad de estos chicos, los cosificaron, los consideraron objetos pasibles de ser apropiados.”
Para esta investigación —publicada digitalmente—, la sede de Abuelas utilizó varias usinas de información: los legajos y los archivos que posee la Comisión por la Memoria y que es utilizado por la Cámara Federal de La Plata que sigue el Juicio por la Verdad, los legajos Conadep (Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas), los legajos Dipba (Ex Dirección de Inteligencia de la Policía de la Provincia de Buenos Aires), la recopilación de testimonios en el Juicio por La Verdad, la información que existe en otros organismos como la Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos, el Equipo de Antropología Forense y las Madres de Plaza de Mayo, además de entrevistas con sobrevivientes, visitas a los centros, fotografías, relatos y testimonios de las Abuelas, testigos y familiares.
En la primera parte del informe Maternidades Clandestinas, la investigación se realizó sobre siete Centros Clandestinos de Detención (CCD) de la ciudad de La Plata. Se trabajó la ubicación y descripción de cada uno, el listado de personas vistas y detenidas, las fichas individuales de cada una de las embarazadas detenidas, con sus datos, los de sus compañeros, los partos de sus hijos nacidos en cautiverio, fotos de las embarazadas, listado y fotos de los bebés, listado de represores identificados y no identificados y las características del plan sistemático de secuestro, tortura y desaparición. Para la segunda etapa del trabajo se agregaron dos CCD: el Pozo de Quilmes y El Vesubio. Se investigó muy a fondo el funcionamiento con respecto a las embarazadas detenidas, el trato que recibían y el camino que seguían hasta el momento de parir. El informe se completó con las funciones específicas que cumplía el Pozo de Quilmes en el Plan Cóndor. Ambos centros tuvieron un numeroso caudal de embarazadas detenidas que eran trasladadas a otros centros al momento del parto. Se establecieron conexiones sistemáticas entre el Pozo de Quilmes y el Pozo de Banfield (lógica del circuito Camps). El Vesubio utilizaba como maternidad clandestina el Hospital Militar de Campo de Mayo. Ambas operatorias eran piezas de un plan sistemático: después de parir, las madres eran desaparecidas y sus bebés robados y apropiados.
¿Cómo definís la finalidad de este trabajo?
E. L.: —Por un lado, posee un valor histórico increíble. Encontrar la verdad es, en definitiva, lo que buscamos. Y por otro lado, queremos que sea una herramienta para terminar con esta situación de impunidad de treinta años. Si bien esos dos valores están entrelazados pueden llegar a ser independientes. Vivimos durante mucho tiempo con dos leyes que hacían imposible perseguir a los responsables de esto. De cualquier manera el reclamo en pos de la verdad nunca cesó y hay mucha gente que trabaja más allá de las consecuencias judiciales, que son deseadas pero a veces son frustradas. Entonces, el valor de la verdad no lo desmerecemos y creo que la investigación se orienta a eso, más allá de las consecuencias. Si tenemos consecuencias, mejor. La consecuencia más directa que buscamos es encontrar a los chicos y la otra, y no menos importante, responsabilizar a quienes fueron parte, ya sea militares, policías, civiles, médicos, para que paguen por lo que hicieron. Muchas veces pensamos que, aunque se logre condenar a alguien por una apropiación, no terminamos completos y satisfechos si, pese a esa condena, seguimos sin saber la verdad. Es una sensación ambigua. Uno sigue sin saber qué pasó con tantos chicos y tantas madres de las que tenemos un registro hasta cierto punto y de repente nada más. O de alguien que aparece en un punto distinto al que creíamos que debería haber estado. Por ejemplo, una mujer que fue detenida y cuya detención y cautiverio estuvo enmarcado por el circuito de la Policía de la provincia de Buenos Aires y luego su hijo aparece en Mendoza apropiado por un militar. Decís: “¿Cómo hicieron esto? ¿Qué lógica tenían?” Y eso responde a una lógica.
¿Tuvieron contacto con embarazadas liberadas?
E. L.: —Sí, en la primera parte del informe cuando investigamos los centros más locales: la Comisaría 5ª y la Brigada de Investigaciones de La Plata, el Pozo Arana, La Cacha—Cárcel de Olmos, el Regimiento de Infantería 1 y 60 y el Pozo de Banfield, porque muchas de la embarazadas de La Plata dieron a luz en Banfield. Tuvimos entrevistas y encuentros. Varias de ellas declararon en el Juicio por la Verdad por pedido de Abuelas. La Unidad Nº 8 de Olmos es el punto medular de la primera parte del informe de Maternidades. Allí hicimos una reconstrucción con respecto a cómo se da esa maternidad en Olmos y para eso fue fundamental hablar con presas políticas del ‘74 al ‘76 que estaban embarazadas. Nos contaron que hasta finales del ‘75 todos los partos que se daban en Olmos se hacían en el Policlínico San Martín. A principios del ‘76 se hace un pedido de refacción y ya los partos se hacían en la misma Unidad de Olmos. El caso testigo —que es el de los mellizos Reggiardo Tolosa— dice que ya había una incubadora en ese lugar y como nacieron mellizos tuvieron que llevar otra.
El informe continúa con la ampliación de los CCD investigados y con la actualización de los anteriores. El equipo está en la tercera etapa del trabajo, en la que se plantea precisar los circuitos que interrelacionaban a los centros, las funciones que cumplía cada uno y cómo éstas iban variando según los períodos y obtener una visión más integral y totalizadora del mapa represivo de aquellos años para reconstruir las metodologías represivas aplicadas en la apropiación de chicos durante la dictadura.
Maternidades Clandestinas puede leerse el www.abuelas.org.ar
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