Viernes, 28 de noviembre de 2008 | Hoy
CLASIFICADOS
Por Roxana Sandá
Parece chiste leerlo durante la semana de campaña por la eliminación de la violencia contra la mujer. Pero más siniestro resulta el contraste en páginas previas, donde se publica a gran despliegue un informe sobre los últimos registros de las agresiones que marcan la vida de las mujeres argentinas. El destacado que lastima los ojos, un clasificado que convoca a señoritas para ejercer la prostitución exhortándolas con un “¡HACETE VALER!”, en mayúsculas del original. Su contrasentido, un complejo relevamiento de la violencia de género, publicado el martes último en Clarín.
Resulta por lo menos curiosa la vara con que se mide la temática de género en este país. En ese particular sistema métrico, los medios de comunicación siempre se arrogaron una libertad de prensa imprescindible en el orden constitucional, para difundir noticias y opiniones que apuntalen los derechos de las ciudadanas. “De lo contrario –afirma curiosamente días atrás un editorial de Clarín referido a otras cuitas– se ahoga la democracia y se asfixian los derechos ciudadanos. Cualquier medio de presión, directo o indirecto, contra la prensa es una forma de censura, es una violencia ilegítima, es un retroceso al autoritarismo.” La pregunta empuja entonces como caballo desbocado: ¿en qué estadio califica una promoción como la que ilustra esta columna, en tanto el llamado de proxenetas para hacerse valer pretende vislumbrar lo que no se dice, aquello del disvalor agregado de ser mujer y prostituta, y ponerle el cuerpo al sometimiento? ¿De qué abusos intenta diferenciarse la propuesta de pocas horas reales y mucho trabajo? ¿Qué número de humillaciones bajo promesa de que no ocurrirán está desnudando a gritos ese aviso, habilitado en tiraje nacional porque se trata de un empleo? ¿No se reconoce en tanto medio de presión, de violencia ilegítima, publicar cuatro líneas que pulverizan los derechos más básicos de las mujeres? ¿Qué se está asfixiando cuando se difunde este tipo de textos y en todo caso qué logra confundirse al aparecer junto con artículos acerca del impacto de la violencia y la vulnerabilidad de los derechos femeninos? Suena a ardid, a cinismo empresario de alto nivel. Y, vamos, que no es posible separar la paja del trigo cuando la mano encargada de ello sólo ambiciona acrecentar el pesaje que la enriquece.
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