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Viernes, 28 de noviembre de 2008

INUTILISIMO

Bebés bien higienizados

Incontables son los consejos que recibe una mujer que acaba de dar a luz, sobre todo si se trata de una primeriza. Pero ciertamente las mejores indicaciones las hallará en Maternología, Crianza, higiene y educación física, moral e intelectual de los niños en la primera infancia (Barreiro y Ramos Editor, Montevideo, 1913), manual escrito por Alejandro Lamas, catedrático de Fisicultura en la universidad, institutos normales y escuelas públicas.

Desde luego, uno de los primeros puntos a considerar es la limpieza del recién nacido: de ninguna manera el educador Lamas aprueba la costumbre inglesa, “bárbara e imprudente”, de sumergir al bebé en agua fría, “con el fin de acostumbrarlo a su acción estimulante desde el primer día de vida”. Por el contrario, la advertencia es cerrar puertas y ventanas del cuarto templado en que se baña al niño, y calentar sus ropitas antes de vestirlo. La frecuencia del baño se fijará según la reacción de la criatura, pues las hay que no soportan la higiene diaria, se agitan y pierden el sueño.

El cuerpecito debe enjabonarse cada dos o tres días con un producto de óptima calidad. También se sugiere recurrir a la vaselina boricada o al aceite de almendra dulce aséptico. La temperatura del agua se puede ir disminuyendo de forma paulatina, pero sólo después del año es el momento de pretender que resista el niño el agua fría. La piel de la cara –”comúnmente llamada cutis”– debe lavarse con agua hervida o, mejor aún, con agua y leche hervidas, mitad y mitad. Esta precaución debe tomarse porque “en un centímetro cuadrado hay no menos de 120 poros y se sabe que estos orificios irritados y desprovistos de capa epitelial pueden convertirse en puerta de entrada para los microbios”.

Alejandro Lamas da a conocer algunas costumbres de otros países, “que no dejan de tener su fundamento racional”: en el Midi francés se tiene al ajo en gran honor y se le aplica como antiséptico al niño apenas venido al mundo, frotando una cabeza de esta lilácea en boca y cutis. En otra zona del mismo país (Charentes) se pasa jugo de perejil sobre la boquita para asegurarse de que adquiera una bonita tonalidad rosada. En ciertos lugares de Rusia se prepara una pasta de partes iguales de harina de trigo, levadura y miel y se frota el cuerpo del bebé antes de proceder al baño, mientras que en Alemania sólo se lo fricciona con aceite tibio. Si el niño le toma el gusto al baño, ha de dormir luego como un ángel, mereciendo los versos de Salvador Rueda que se citan en Maternología:

“Columpiado por manos amorosas
de la vida al vaivén meces tu nido,
y en él duermes, feliz recién nacido,
los mismos sueños que tendrán las rosas”.

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