Viernes, 7 de septiembre de 2012 | Hoy
ESCENAS
La noticia, apócrifa, de siete mujeres muertas por inhalación
de monóxido de carbono en un departamento del barrio de Belgrano es el disparador de Suspiros, obra creada por Julio Chávez, Santiago Loza y Camila Mansilla.
Por Carolina Selicki Acevedo
Desde el momento previo a ingresar a la sala, la gigantografía de la trágica noticia, proveniente del diario que luego será entregado en mano a cada espectador (acertado modo de presentar el programa), marca el eje de la obra. Así, en un pacto que aparece entrecomillado, los dramaturgos Julio Chávez (quien además es el director y protagoniza La Cabra), Santiago Loza (con varias obras de su autoría actualmente en cartel) y Camila Mansilla (asistente de dirección de La Cabra) enmarcan Suspiros, centrada en la reconstrucción de la noche anterior a la muerte de siete mujeres –amigas entre sí y oriundas de Tandil– debido al escape de monóxido de carbono en un departamento “coqueto” del barrio de Belgrano, donde se encontraban para asistir al casamiento del hijo de una de ellas.
De este modo, si bien los hechos, el desencadenante y el final se conocen desde el principio, lo interesante de la puesta, en gran clave brechtiana, es la constante reminiscencia en que los fragmentos expuestos por cada una de las protagonistas son sólo una interpretación de dichos hechos.
En esta noche –que evoca aquella noche– Lila, dueña del departamento (Luz Palazón), comienza a arrepentirse de haberles ofrecido hospedaje a todas allí, cuando el insomnio de algunas empieza a mezclarse con el pase de factura de otras. Es que se trata de amigas de añares y la “honestidad brutal” se vuelve bandera. En primera línea de generadora de irritabilidades está Marita (Lili Popovich), quien tiene alteraciones psiquiátricas y corre con las secuelas de tratamientos invasivos. Ambas se destacan en sus actuaciones, junto a Elvira Villarino, que le pone voz y cuerpo a Chula –quien recuerda a Bernarda, de La casa de Bernarda Alba– tormento en la vida de su hija, Viviana (Catalina Auge). Luego están Pancha (Victoria Marroquín), la más pueblerina de todas, ama de casa, devota de su familia y de la religión y Mirta (Andrea Strenitz), de mente abierta y declaradamente infiel. Mientras que Patricia (Ana Giménez), la madre del flamante novio, no parece demasiado feliz con el casamiento. La obra reclama atención constante en cada detalle, tanto de los parlamentos, desplazamientos de los personajes, como de los sonidos y la música (gran trabajo de Diego Vainer). Cada mujer presenta una historia densa y compleja que haría idealmente necesario el ver la obra varias veces para no descuidar a ninguna de ellas. Acertadamente, hay cortes, música mediante, para dejar al espectador procesar lo que está viendo, para que descubra pequeños indicios de lo que “realmente” aconteció y para, una vez más, dejar claramente expreso que se trata de una obra de teatro que no busca la mímesis sino el distanciamiento, aunque a su vez invite a dejarse llevar, por cualquiera de las líneas que demarcan las protagonistas. Asimismo, cada una es parte de un gran rompecabezas, que parece evidente pero que no lo es tanto.
Todas son mujeres que, aunque aparenten fragilidad, esconden una gran fortaleza, tanta que en momentos el rol del hombre aparece cuestionado. “Con cada personaje se toca un tema trascendental: el amor, la maternidad, la enfermedad, la sexualidad, el matrimonio, la soledad... Pero a su vez es un material para verlo despojado de todo pensamiento racional. Apuntamos al “viaje personal, depende quién quiera entrar y quién no”, explica Luz Palazón y agrega: “En una hora intentamos que el espectador se imagine claramente el mundo de cada una. Cada historia podría ampliarse y ser una obra en sí misma”.
Suspiros se presenta los viernes y sábados a las 21 en El Camarín de las Musas, Mario Bravo 960. Duración: 60 minutos. Reservas: www.elcamarindelasmusas.com. Entradas: $ 70.
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